”La palabra enferma. Pero enferma de diferentes maneras. En algunos casos, hay un compromiso con los síntomas, con la manera de aceptar una parte de la palabra que no conocemos. (…) En otros casos, hay un peligro especial en el uso de la palabra, porque no tienen un dispositivo que permita parar los efectos mortales.”
Jean Daniel Matet responde:
Transcripción del video:
La palabra enferma. Pero enferma de diferentes maneras. En algunos casos, hay un compromiso con los síntomas, con la manera de aceptar una parte de la palabra que no conocemos. Es una manera de hacer con la palabra, y con los efectos de la palabra sobre los cuerpos. En otros casos, hay un peligro especial en el uso de la palabra, porque no tienen un dispositivo que permita parar los efectos mortales; por ejemplo, con el depresivo melancólico o con el maníaco.
Hay que prestar especial atención a los que, en sus síntomas, no tienen la posibilidad de parar los efectos mortales de la palabra. No lo diría en términos de contraindicación, pero ahí es cuando tenemos que asegurarnos sobre la posibilidades del sujeto, para decidir la dimensión interpretativa o no, si aceptar una forma de transferencia que puede ser recibida de una mala manera.
Siguiendo lo dicho, un psicótico erotomaníaco no puede ser recibido de la misma manera que uno que tiene la posibilidad de defenderse de la dimensión del amor. Y por eso, tenemos que tomar muchas precauciones. De allí que está la necesidad de las entrevistas preliminares, de adaptar el acto psicoanalítico a los que recibimos.
Podemos trabajar durante años con psicóticos, pero el problema no es solamente la dimensión estructural sino la posibilidad de trabajar con la trasferencia. Ahora hay muchos psicóticos que van a ver analistas porque no hay otro lugar en nuestra civilización con la importancia dada a la palabra.
Por eso, hoy día se ve que en varios dispositivos psiquiátricos, particularmente en Europa, que reducen todo por razones económicas o por razones de ideología conductivista. Dicen que no hay que hablar, que hay que reducir todo a nuestras conductas y estar en el orden del amor o del no sé qué.
Los psicóticos no soportan eso y por eso van a hablar con los analistas, y hay que recibirlos. Parece que no hay que decir que son psicóticos y no es así. Tanto en psicóticos como en neuróticos, quizás haya algunos en los que la palabra no produce buenos efectos. Hay que apreciar eso.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.
Jean-Daniel Matet
Psicoanalista
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista