«Hay un analista argentino, José Valeros (…) ”pienso que son más las reacciones que generé como resistencias que lo que pude posibilitar con todas esas intervenciones. Y creo que esas intervenciones las hice más bien por una necesidad personal, de sentirme analista, de sentirme que servía para algo, que por las necesidades que pensaba que tenían mis pacientes. Era algo que se me imponía a mí”. Entonces dice: “Yo con los años pienso que es más lo que uno puede posibilitar que lo que uno tiene que hacer positivamente, en términos de intervención, para lograr algo de esa supuesta cura”. Entonces continúa diciendo esto: “Cada uno se cura en la medida de sus posibilidades y en sus propios tiempos”.»
Eduardo Smalinsky responde:
Transcripción del video:
Cuando me planteo el término de ´las posibilidades del análisis´, uno puede ponerse muy pretensioso, y exagerado, y grandioso en las aspiraciones.
Algo que recuerdo de Ulloa, no estoy seguro si era Ulloa o era otro, pero me gusta la idea básicamente: que el análisis servía para muy poco, para lo mínimo.
A mí me parecen muy buenas las cosas mínimas, casi lo homeopático. Pero que eso mínimo, en el caso de que se dé, es muy importante. En ese sentido me parece interesante.
Creo que los analistas sería mejor que nos ocupáramos de cosas mínimas y no de cosas grandiosas porque muchas veces el que alguien se sienta escuchado y se sienta reconocido, básicamente, ya es algo tremendamente significativo, aunque parezca algo obvio o dado. Es mínimo a veces. Es el tener una muy buena disposición para recibir algo, para recepcionar algo. Esto ya puede ser muy significativo.
Creo que otro analista, no recuerdo quién, decía que era la diferencia entre contar con un aliado o no. Y eso es algo tremendo. Hay gente que se siente muy aislada, que sufre mucho por eso; entonces simplemente el saber que hay alguien o algo en el mundo que permite que pueda uno llevar eso, que normalmente sino estaría atrapado y aislado, ya es muy significativo.
Heidegger tiene algunos trabajos sobre la idea, que también lo retoma Winnicott. Ellos hablan de los “cura cuidado”. Porque “cura” y “cuidado” es lo mismo. Creo que provienen del latín… De hecho, los curas se llaman curas porque cuidan. Pero se supone que hay una especie de “cura cuidado”, esto en Winnicott.
Los ingleses tienen algo que llaman la “teoría del desarrollo”; a veces asemejan un análisis a la crianza porque cuando vos crías algo, un hijo, o algo que querés criar-cuidar, se supone que en alguna medida ahí hay una cura, en esa “cura cuidado”, que tiene que ver con el crecimiento.
Es tan interesante porque dentro de una teoría que supone un desarrollo, no podés hacer que alguien crezca más rápido. Si tenés un hijo chiquito no podés decirle “tenés que crecer rápido”; porque probablemente si querés que crezca rápido, eso va a ser un obstáculo para el crecimiento. Tampoco es muy conveniente que lo quieras mantener chiquito toda la vida porque probablemente va a ser muy perturbador. En realidad, lo que uno puede hacer en el mejor de los casos es como acompañar ese crecimiento, ese desarrollo.
Eso es lo que tendría que ver con una “cura cuidado”, con cómo se dan los diferentes modos de ir acompañando un crecimiento o un desarrollo; infinitos modos de acompañarlo para que se desarrolle de la mejor manera posible.
Hay un analista argentino, José Valeros, que es un analista de niños, que tiene un libro muy lindo que es El jugar del analista. Él dice algo que me pareció muy interesante. Dice, siendo muy grande ya: “yo durante toda mi vida trabajé con el estilo clásico que planteaba Freud o Klein; entonces escuchaba a mis pacientes, interpretaba, hacía diferentes operaciones. Durante mi vida hice esto, pero realmente pienso que son más las reacciones que generé como resistencias que lo que pude posibilitar con todas esas intervenciones. Y creo que esas intervenciones las hice más bien por una necesidad personal, de sentirme analista, de sentirme que servía para algo, que por las necesidades que pensaba que tenían mis pacientes. Era algo que se me imponía a mí”. Entonces dice: “Yo con los años pienso que es más lo que uno puede posibilitar que lo que uno tiene que hacer positivamente, en términos de intervención, para lograr algo de esa supuesta cura”. Entonces continúa diciendo esto: “Cada uno se cura en la medida de sus posibilidades y en sus propios tiempos”. Y eso no es algo que el analista ni nadie pueda apurar, interviniendo de una manera o de otra. Me parece que en el análisis lo que puede funcionar es eso, como un acompañamiento y un posibilitador adecuado, siempre y cuando que encuentre la manera de acompañar y posibilitar, pero que los tiempos de ese desarrollo y esa cura están dados por cada uno.
La cura podría ser ese pasaje entre no poder jugar y poder hacerlo. No poder jugar es como no poder vivir… Por ejemplo, Winnicott decía que el analista tenía que estar sano y despierto, como condiciones básicas. Uno podría considerar que es obvio, pero no es obvio porque uno puede a veces no estar sano, uno puede estar loco. Uno puede estar loco en el sentido de que uno puede estar completamente alienado; por otro lado, uno puede estar dormido. Dormido porque puede estar dormido, pero también porque puede estar totalmente tomado y abotagado por algo. Entonces, el estar sano y despierto es un modo de estar vivo también. Podríamos decir que muchas personas no están vivas porque sienten que están muertas, que no existen.
Un analista amigo mío, que es muy lacaniano, decía a veces algo no muy lacaniano cuando hablaba de la clínica: “Con este paciente van a hacer falta unos 5 o 6 años para que se dé cuenta de que existe”.
Quizás sea muy extremo plantearlo así… pero hay gente que no existe y que para existir le lleva un tiempo, y para poder recuperar algo de esa vitalidad, experimentar que la vida se sienta como que vale la pena de ser vivida, por ejemplo, es una manera de pensarlo.
Se supone que uno apuntaría a eso, a que cada uno pueda encontrar algo en la vida que le haga sentir que merece ser vivida.
Yo pienso que eso puede estar dado en relación a esta idea del jugar en sentido muy amplio, en el sentido de sentirse vital, creativo, con ganas, con deseo.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.
Eduardo Smalinsky
Psicoanalista
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista