“La ese de De Inconsciente’s’ nos trata de tales y nos baja del pony”.

En palabras de Élida Fernández:

“Esta mujer nos junta, no se deja convencer por los cantos de sirenas, nos pone frente a una cámara, nos hace hablar, nos pone en la vidriera… y nos recuerda que somos uno entre tantos”.

¡No te pierdas el video!

Transcripción del video:

Cuando entramos a la página creada por Iara Bianchi leemos: «Todas las voces, todas las escuelas. ¿Sabemos qué es el psicoanálisis? Aquí encontrarás más de una respuesta y varias propuestas. Desde allí, desde la aceptación de las diferencias se posibilita la convivencia».

En este universo que conformamos los “psi”, donde se suele  pelear para que haya una  verdad única e incontrovertible, donde Narciso muere a cada instante porque renace cada vez, donde Cronos intenta incesantemente devorar a sus hijos, esta mujer nos junta, no se deja convencer por los cantos de sirenas, nos pone frente a una cámara, nos hace hablar, nos pone en la vidriera… Y nos recuerda que somos uno entre tantos.

Pero se atreve a más: le pone la ese a inconsciente y nos trata de tales.

La noción de inconsciente puede entenderse de distintas formas. Para el lenguaje cotidiano, un sujeto inconsciente es aquel que no se da cuenta del alcance de sus actos. Por ejemplo: “Un inconsciente que manejaba a cien kilómetros por hora en medio de la ciudad atropelló a una familia y causó una tragedia”, “No seas inconsciente, ¿cómo vas a escalar la montaña sin la asistencia de profesionales?”, “Siempre me acusaron de inconsciente: cuando tenía veinte años, vendí mis pertenencias y me fui a vivir al medio del bosque en carpa”. Inconsciente también es aquel que está privado de sentido: “La víctima permanece inconsciente debido al fuerte golpe que sufrió en la cabeza”.

Iara, con esa ese de Inconsciente“s, nos baja del pony.

Parece que transcurrieron más de cinco años que Iara empezó tímida pero perseverante, con convicciones éticas muy fuertes, a hacer esta empresa que hoy festejamos.

No le fue fácil lidiar con nosotros, los psi. No le fue fácil a ella misma encontrarse con las pequeñas miserias de los que ella convocaba.

Apostó a que era posible convivir, mostrarnos en nuestras verdades a medias, a cachitos, y sostener la posibilidad del psicoanálisis a pesar de todo.

El psicoanálisis que hoy recibe los embates de otros campos y modos de pensamiento. El que hoy demora, mientras  en la prisa loca de lograr todo ya y la felicidad prestada por una foto que subimos a las redes, ya no recibe tantos likes como supo hacerlo hace muchos años… Cuando creíamos que era la panacea universal.

Tomo un fragmento de un cuento de Patricio Pron que se llama El Cerco, un cuento que me conmovió particularmente.

«Una escritora que ve desde el avión como el pastor está dormido y las ovejas de su rebaño se dispersan y ella no puede impedirlo, entonces piensa:

Si la Biblia tiene razón y Dios es principalmente una cierta clase de escritor, entonces es uno  indiferente a lo que le sucede con sus personajes, a los que deja perderse y sufrir y morir siendo incomprendidos, y una vez más piensa que de ser Dios un escritor justo, crearía un cerco e palabras para que sus personajes no se dispersaran y se perdieran, y que este cerco de palabras sería el mundo, pero también sería el relato, y, en él, los personajes no se perderían como las ovejas y vivirían, de algún modo, para siempre».

Comprendiendo que Dios no es un escritor justo, podemos buscar, incansables, nuestros mundos, nuestros relatos, nuestras maneras de acercarnos…

Iara crea una página que posibilita un relato que, de algún modo, nos acerca y nos hace a nosotros mismos relato, texto para mirar y escuchar.

Iara es como un pastor que no se duerme.

Agradezco enormemente su tenacidad, su ética, su fuerza y su deseo de hacer que nuestra torre de Babel con innumerables idiomas nunca llegue a tener una lengua única.

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Élida Ester Fernández

Élida Ester Fernández 
Psicoanalista

Aquí el video del festejo del Quinto Aniversario!!!

Comentario
  • Gustavo

    Dios no es un escritor justo. Llegar a esa convicción podría ser otro modo de concebir el efecto fundamental de un análisis. Élida Fernández, excelente.

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