“Fiesta De inconscientes. ¡Los inconscientes están de fiesta! Festejaremos las locuras irresponsables. ¡Vaya festín al que estamos convocados!”.
En palabras de Carlos Fernández Gaos:
“Llamar De inconscientes a este espacio no me parece solamente una ocurrencia sino una concurrencia, una co-incidencia; y, como bien saben, ‘incidir’ proviene del latín cadere, ‘caer’. Coincidir podría entenderse como caer acompañado”.
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Transcripción del video:
Vengo de otro país al país del otro, al país “De inconscientes”, que es el otro de este país en el que me encuentro. País de inconscientes —dicho así, y en el sentido popular del término “inconsciente”—, podría decir que me encuentro en un país de irresponsables locos, o locos irresponsables, en el orden que cada quien prefiera, pero aquí me encuentro. Somos, los psicoanalistas, nos-otros, los otros fuera del país de los discursos del “deber saber para saber deber”. Y el psicoanálisis, en tanto indisciplina, es a ese país, a esa cultura, como lo inconsciente al sujeto. Es decir: incómodo.
Pienso la relación del psicoanálisis con la cultura como, por así llamarla, “peninsular”: solo una parte de su territorio se relaciona con esa homogeneidad tan preciada al afán de hegemonizar. Y es una relación que la increpa y la pone en tensión. Sin duda, una relación incómoda. Increpar a la homogeneidad que da forma a ese país en el continente que contiene, que retiene en sus márgenes y fronteras, y acecha lo diferente para hacerlo suyo, su-Yo nacional. Yo que para nos-otros, a lo más, sería apellido, si no queremos pagar el precio de rendir lo propio y singular a lo común y homogéneo.
Fiesta “De inconscientes”. ¡Los inconscientes están de fiesta! Festejaremos las locuras irresponsables. ¡Vaya festín al que estamos convocados! Pero las ilusiones catárticas cayeron pronto. En efecto, es un festín al que estamos convocados, con bocados de empanadas y hasta vino, una buena manera de festejar estos otros de afuera de los normales normados.
Estar afuera es no estar en un lugar específico. Muchos lugares afuera son posibles. El arte —otra indisciplina—, en todas sus variedades, es otro de ellos. En el interior del afuera hay muchas provincias posibles y, entre ellas y en cada una de ellas, habita un otro. No se trata, entonces, de reivindicar raíces provincianas, ni de ostentar emblemas de denominación de origen. No se trata, entonces, de con-vencer con razones, sino de conmover y promover co-razones. Esa es una consigna clínica del psicoanálisis de la que no me parece que tengamos que abjurar. Dar la cara a estos otros, enrostra con un rasgo común que es causa, no lugar: el movimiento psicoanalítico. Destaco movimiento, porque esa es la circunstancia consecuente con estar afuera. No es lugar sino causa. Eso, entre otras cosas, comparte el psicoanálisis con el arte.
En la po-ética psicoanalítica, son las entrañas las que engendran una palabra que no respeta, ni es leal, a ningún intento preconcebido de dar cuenta de ella. Esta po-ética es creación que sorprende, que asombra, que interroga, que amonesta la complacencia de un libreto preestablecido, y eso tiene un sentido poético. Se produce y acontece como experiencia, en ocasión del agujero que abre alguien que llamamos psicoanalista; así como la experiencia artística se produce en la ocasión que abre quien llamamos artista. Cabe recordar que la palabra “diván”, de origen persa, tiene la acepción de “colección de poesías”, lugar de poesía que sorprende y asombra. Por esto considero al psicoanálisis como ocasión poética. Más arte que ciencia, más sensibilidad que razón, más ocasión que dispositivo; y, como el arte, el psicoanálisis no resuelve, ni guía, ni norma la vida, tan solo la vuelve más intensa y profunda.
A mi parecer, hay mucho de esto, de ocasión, que abrió De Inconscientes. Llamar De inconscientes a este espacio no me parece solamente una ocurrencia sino una concurrencia, una co-incidencia; y, como bien saben, “incidir” proviene del latín cadere, propiamente “caer”, o sea, que coincidir podría entenderse como caer acompañado. Pero, además, De Inconscientes muy bien podría llamarse, o llevar por apellido, De Tropiezos y Caídas. Después de todo, caemos cuando lo inconsciente irrumpe, y eso lo hace siempre.
De Inconscientes es ese silencio, ese espacio, ese vacío que da ocasión a que unos locos irresponsables tropiecen y caigan. Que hablen con tropezones, de los tropezones y caídas inducidas por lo que vaga por debajo y por detrás de los relatos que escuchan. Quizá hablamos razonablemente por miedo a perder la razón, pero no olvidemos que el verdadero loco no es quien pierde la razón sino el que cree que la tiene toda. A fin de cuentas, algo vaga, también, por detrás de lo que hablamos, esa vagancia extra, esa extra-vagancia que está en el núcleo del psicoanálisis, que por muchas veladuras teóricas que le pongamos, irremediablemente caeremos.
Abrir este espacio de silencio, este afuera de los debates reivindicatorios como lo hizo De Inconscientes me parece una postura congruente con el movimiento psicoanalítico. No tributa a ninguna escuela psicoanalítica sino al psicoanálisis, a esa causa que es el movimiento psicoanalítico, porque para estar en movimiento no hay palabra que no tropiece y no caiga. No hay palabra que autorice autorías. La causa psicoanalítica, como la clínica, se escribe con palabras propias no con las apropiadas. De Inconscientes es espacio de prólogos y pre-textos del texto del psicoanálisis en permanente reescritura. Aquí me encuentro, en otras incidencias, otras caídas, sin dejar de inscribirlas en este proyecto de aprender a caer y de las caídas, pero no para acumularlas como experiencia sino experimentarlas como recordatorio de ese silencio necesario para que algo se cree, para que se engendre palabra.
Por todo lo anterior, este espacio, este lugar lleno de silencio, es el del encuentro en las caídas, es donde todas las palabras se precipitan reiterando el silencio como ocasión de nuevas palabras. Una suerte de “diván” colectivo. Ocasión de palabra propia que De Inconscientes acopia para componer una estupendas antología poética. Así, pues, mi enhorabuena, reconocimiento y agradecimiento a Iara Bianchi y a su equipo por abrir este no lugar, este vacío, ocasión para tropezar y poder caer bien, poder caernos bien.
Carlos Fernández Gaos
Psicoanalista. Colaborador inconsciente
Aquí el video del festejo del Quinto Aniversario!!!
Hermoso comentario el de Carlos, a quien tuve el placer de conocer esa noche. El psicoanálisis como una “po-ética” me ha parecido una excelente manera de referirse a esa praxis.