”El psicoanálisis es radicalmente, para que sea realmente análisis, una puesta entre paréntesis del enjuiciamiento y uno únicamente puede ser analista de alguien a quien no va a juzgar.”
Gabriel Lombardi responde:
Transcripción del video:
El psicoanálisis tiene la base de un invento absolutamente simple y genial al mismo tiempo, de Freud, que es que alguien en un espacio acotado puede decir lo que se le ocurra. Pagando además a alguien que escuche eso que se le ocurra. Es una práctica aparentemente muy sencilla y que, sin embargo, abre gracias a la manera en que Freud ilumina eso. Abre la posibilidad de la manifestación del inconsciente, que es en donde está nuestra determinación, en un doble sentido, porque ahí enseguida interviene el hecho de que es una práctica del lenguaje y de lenguaje equívoco.
Nuestra determinación, que es al mismo tiempo, todo aquello que de nuestra experiencia de la lengua, del lenguaje, de los discursos, de la educación, tiene que ver con nuestro acceso al lenguaje que nos ha determinado, estructurado, fijado, etc. Y por otro lado, determinación en el sentido de cómo nos hemos posicionado, cómo nos hemos determinado a nosotros mismos. De una manera más neurótica, más suelta, más psicótica, más loca, depende,… más depresiva… Y cómo entonces hay en eso algo que desde una perspectiva más fenomenológica, heideggeriana o sartreana, se plantea la noción de determinación en el sentido de resolución, de posicionamiento y de toma de posición.
Me parece que el psicoanálisis juega el hecho de que solemos estar imitando un poco el lenguaje equívoco en esa posición equívoca de ser al mismo tiempo autómata determinado por la estructura ya constituida y, por otro lado, seres que todavía somos libres y continuamos en cierto posicionamiento, o por ahí podemos querer cambiarlo. Y el psicoanálisis podría ser esa experiencia, una palabra más libre, en un ámbito relativamente acotado. Permitiría entonces la posibilidad de algún switch, un cambio, un cambio de posición, que a veces queremos y no nos animamos o nos merecemos pero no nos atrevemos. Entonces pensamos que tenemos que quedar en la misma posición que hemos estado siempre, en algún aspecto. Por suerte no es así y por suerte el psicoanálisis propicia esas transformaciones, esos cambios de posición.
El psicoanálisis es radicalmente, para que sea realmente análisis, una puesta entre paréntesis del enjuiciamiento. Y uno únicamente puede ser analista de alguien al que no va a juzgar, al que no va a prejuzgar, ni juzgar antes ni después. Y a tal punto esto es radicalmente así que en nuestra escuela de psicoanálisis, lacaniana, no le pedimos al analista ningún juicio sobre el analizante en ningún momento, ni siquiera respecto a si terminó o no terminó el análisis, si tiene o no ya aptitud para ser psicoanalista. A diferencia de lo que ocurre en otras instituciones psicoanalíticas, las clásicas, las pre-lacanianas, aquí no se le pregunta al didacta si alguien realmente tiene aptitud, ética y condición y formación para ser analista. Al analista no se le pregunta nada. El juicio del analista no interesa. Y esto realmente tiene que ser así sino el análisis se convierte en uno más de los dispositivos de enjuiciamiento y de valoración que encontramos en nuestra sociedad.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.