Consejos a los analistas en formación – Gustavo Dessal

Transcripción del video:

La vida del psicoanalista es una vida muy enriquecedora en el sentido de que efectivamente  es una entrega muy intensa, a muchas actividades.

Los consejos no se me dan muy bien porque en realidad el psicoanálisis es un discurso anticonsejero. Más bien te diría las cosas que a mí me sirvieron y que yo a veces cuento por si a alguien pueden servirle también.

Voy a obviar lo evidente y lo archisabido: que uno se tiene que analizar, que hay que estudiar psicoanálisis, que hay que formar parte de una institución.

Cuando digo una institución me refiero a que uno no puede ser un psicoanalista aislado de la relación con otros. No importa si los otros son cinco personas con las que uno se reúne a conversar. No se puede sostener una práctica en un aislamiento donde no esté en contacto, no transmita lo que uno hace.

Yo no llamo una institución a una escuela regulada. Llamo institución a un mínimo marco que permite que personas interesadas en una práctica se encuentren con una cierta  regularidad e intercambien sus ideas y, fundamentalmente, expongan lo que hacen para que el otro tenga la oportunidad de escuchar, refrendar y también cuestionar.

Porque si no, pueden pasar dos cosas: o bien que uno se cuestione todo lo que haga y piense que todo lo que hace está mal, lo cual es un problema; o el problema contrario, tan grave como el anterior, pensar que todo lo que hace está bien.

Eso, más el análisis personal, más el estudio, me parece lo más elemental.

A mí me ha sido muy importante no restringir mis lecturas solamente al psicoanálisis. Los psicoanalistas que solo leen psicoanálisis se empobrecen. La prueba está en que los psicoanalistas que dicen algo interesante, no solamente al nivel del discurso teórico sino cuando transmiten su práctica, son aquellos que están interesados y que han leído otras cosas.

Hay que leer literatura, hay que leer ensayos, hay que leer filosofía. El psicoanalista tiene que ser letrado, decía Lacan. Letrado en el sentido de leer muchas cosas, no tiene que ser un experto ni especialista; pero en el discurso analítico, como en cualquier otro discurso, si uno solamente se dedica a ello termina mermando la capacidad de la curiosidad, la capacidad de enriquecer lo que hace.

La literatura ha enriquecido muchísimo mi práctica analítica. He aprendido fundamentalmente de los grandes maestros del psicoanálisis pero también hay cosas que no habría podido entender si no hubiera leído a Kafka o si no hubiera leído a Dostoievski. Yo no las podría entender, quizás otros sí mediante otras referencias.

Otra cosa que para mí ha sido muy importante es el estudio de la psiquiatría. No soy médico y no soy psiquiatra pero he estudiado mucho psiquiatría en el sentido clásico, no la farmacología sino los grandes autores que crearon las grandes categorías psiquiátricas, autores fundamentalmente franceses y alemanes.

Yo creo que los psicoanalistas tienen que conocer eso. Tienen que conocer la semiología psiquiátrica. La experiencia del trabajo con pacientes psiquiátricos ha enriquecido muchísimo mi práctica.

Antes de acabar la carrera de psicología y antes de dejar de vivir en la Argentina, trabajé primero en el Hospital Borda, un par de años. Esa experiencia para mí fue una de las cosas más importantes que me ocurrieron. Ahí es donde estudié mucho psiquiatría y el contacto con la locura me resultó una experiencia de formación importantísima.

Entrevista realizada por Iara Bianchi.