Eduardo García Dupont: ”Mi intención cuando enseño psicoanálisis es aporteñar a Lacan.” ”Ese penar de más es lo único que justifica nuestra intervención.” ”De palabras nos hemos enfermado y a través de palabras podemos liberarnos.” ”Si de algo hay que curarse en un análisis es de ese maldito pájaro carpintero llamado superyó.”
Eduardo García Dupont responde:
Yo voy a usar una definición de Lacan que la quiero ampliar. Mi intención cuando enseño psicoanálisis es aporteñar a Lacan: no enseñarle a la gente a hablar en lacanés sino tratar de entender el pensamiento de Lacan; que es riquísimo y que se basa mucho en Freud en el sentido de que Freud descubre el Amazonas y Lacan le viene a poner semáforos, señalizaciones. Esta es una idea de Miller que a mi me gustó porque, en realidad, a pesar de que es muy difícil en los escritos entenderlo, facilita a Freud.
Lacan encuentra una lógica en la enseñanza de Freud que Freud dio para muchísimas corrientes de pensamiento, que se llaman psicoanalíticas y que no tiene que ver con lo que Freud quiso transmitir con el psicoanálisis. Les voy a poner un ejemplo de esto. Entonces Lacan dice que el psicoanálisis es un tratamiento de lo real por lo simbólico. Un tratamiento de lo real por lo simbólico. Okay. Podemos repetir esa frase y no saber… Lacanianamente quedamos bien, pero no sabemos qué estamos diciendo.
¿A qué le llamamos lo real? ¿Qué es lo real? En principio el real que nos compete, que nos interesa. El real que le compete a la medicina es el organismo; el real que le compete a la física por ahí es el átomo; el real que nos compete a nosotros es la pulsión, y la pulsión de muerte fundamentalmente, no tanto la pulsión de vida, allí no tendríamos mucho para hacer, para meternos. Si alguien está contento con su vida y está viviendo y es deseante lo felicitamos y no lo tomamos como paciente-analizante, o si era paciente lo despedimos contentos porque está contento con su vida. El problema es cuando la pulsión de muerte hace sufrir, hace sufrir de más.
Hay una frase de Lacan en el Seminario 11 que es muy ética y dice que el paciente, para una satisfacción pulsional, sufre demasiado y dice que ese pensar de más es lo único que justifica nuestra intervención, ese sufrimiento de más. Por eso digo es una frase ética. Porque quién nos da derecho de meternos en el goce de la gente, salvo que por eso sufran y pidan ayuda y pidan escucha.
Entonces el real es la pulsión de muerte, la satisfacción pulsional que tiene que ver con el texto de Freud Más allá del principio del placer. Yo diría que Freud fue un optimista. Durante mucho tiempo pensaba que analizar era rememorar, asociar libremente. Se evoca el suceso traumático, se produce una catarsis y el sujeto se cura, digamos. Después se le complicó la cosa porque se dio cuenta que no se trataba de un suceso traumático sino que la sexualidad humana es traumática y abre toda su teoría que conocemos: el complejo de Edipo, el complejo de castración. Se dio cuenta de algo que se llama pulsión de muerte, que va a aparecer en la clínica y es como si cada sujeto tuviese un cartelito en la puerta de su yo que dijera: “Déjeme tranquilo sufrir, no me moleste, quiero sufrir”. Claro uno puede decir: “Pero fue el concepto más rechazado de Freud, incluso por la comunidad analítica”. Si cuando nos preguntamos qué queremos para nosotros decimos con las mejores intenciones ser felices, conseguir todo lo que deseamos, trabajo, amor, los grandes temas de la vida. Desde el yo tenemos las mejores intenciones. Sin embargo, una y otra vez repetimos lo que nos hace mal: repetimos fracasos amorosos, repetimos relaciones laborales que nos hacen sufrir, repetimos adicciones.
La etimología de la palabra adicción no es ‘falta de palabra’ sino ‘esclavitud’ viene de los addictus, que eran los esclavos. Los esclavos cuando un imperio tomaba otro y tenía esclavos ese era el addictus. Entonces el adicto es el esclavo de su adicción, de una sustancia, de una persona. En este sentido allí se manifiesta la pulsión de muerte, en la clínica, bajo la forma de la transferencia como resistencia, bajo la forma de reacción terapéutica negativa. “Si el análisis funciona, es peligroso. No sea cosa de que me cure de la neurosis. Es peligroso”. Hay que ser muy valiente para estar bien, para ser feliz, así de estúpidos somos los neuróticos, ¿no? Hay que tener mucho coraje y si no se tiene con qué, no se tienen recursos simbólicos.
Yo conozco gente que ha estado mal, sufriendo y sufriendo, y de pronto se le empezaron a dar cosas en la vida como por ejemplo económicas, amorosas, y de pronto infartan, de pronto mueren así, tipo muerte súbita. Entonces, parece que no es chiste la cuestión de animarse a estar bien y no sentirse culpable, con esa necesidad de castigo inconsciente que tenemos los neuróticos. Sosteniendo al padre diría yo.
“Lo que se hereda de un padre son sus pecados”, dice Lacan. Sus faltas. Cuando piensa en la neurosis obsesiva, y yo pienso en relación a la histeria de las histéricas que no se atreven a superar la insatisfacción de su madre ¿Cómo van a disfrutar de la vida si tienen en su casa una madre quejosa, que siempre está mal, que encima se lleva mal con el marido o está separada o está sola o hay que sostenerla?
Entonces yo defino, esta es una definición mía, a la neurosis como una estúpida solidaridad. Digo estúpida porque la solidaridad que no es estúpida es la solidaridad que tiene consecuencias en lo real y ayuda en serio. A la Madre Teresa de Calcuta no la considero una estúpida solidaridad porque en serio se comprometió con ayudar gente, pero la neurosis es una estúpida solidaridad porque se sufre de más para sostener a un otro con lo cual eso no le sirve ni al otro ni a uno. Es sentido común lo que estoy diciendo, pero es un largo proceso analítico para liberarse de esa estupidez.
Freud asociaba a la neurosis con la mayor estupidez. “La neurosis y la estupidez”, dice en un momento, “son las enfermedades más caras del planeta” y Eric Laurent dice: “Tanto neuróticos, todos tenemos puntos de debilidad mental”. Es decir, en lo que somos neuróticos, porque por ahí en otras cosas funcionamos bárbaro y convive en una misma persona un profesional exitoso y por ahí un chico abandonado, un chico que es carente de amor y anda pidiendo amor por todos lados y eligen personas que no lo van a amar y sufren. Entonces ¿cómo puede ser tan exitoso y tan brillante en ciertas cosas y tan tonto en otras y por qué repite esa tontera insistentemente?.
En ese sentido te diría que el psicoanálisis es un tratamiento de lo real por lo simbólico, tuve que desarrollar lo que considero el real que nos compete, y lo simbólico es la palabra. De palabras nos hemos enfermado y a través de palabras podemos liberarnos de esas palabras que nos han alienado y nos han enfermado. Esas palabras son palabras que tienen que ver con el concepto de superyó, el superyó que en algún momento fue abogado del ello, y en el ello se aloja la pulsión de muerte y en el superyó también. O sea que si de algo hay que cuidarse en un análisis es de ese maldito pájaro carpintero llamado superyó.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.