”A quien se considera el padre de la psicosomática, Georg Groddeck, estaba en contra de ese nombre que se le adjudicaba. Hablar de psique y soma es hablar de un dualismo con el que el tipo no comulgaba.” ”Lo psicosomático es cuando hay incidencia en un fallo del lenguaje…” ”Juan David Nasio lo llama forclusión local…” ”El síntoma analítico tiene dos partes, la del goce, que es el carozo,…, y la envoltura fomal, que es la pulpa…”
Oscar Lamorgia responde:
En términos generales, es una expresión que ha dado lugar a mucha controversia. Ya en los orígenes.
Aquel a quien se considera el padre de la psicosomática, que es Georg Groddeck, estaba en contra de ese nombre que se le adjudicaba, porque él sostenía que había una energía monista que se llamaba Ello. De quien Freud toma la palabra Ello es de Groddeck, precisamente. Entonces, él decía que el Ello es una energía monádica que todo lo invade. Entonces, precisamente, teniendo una postura monista, hablar de psique y soma habla de un dualismo con el que el tipo no comulgaba.
En términos así, muy mundanos, “psicosomática”, desde al médico más proclive a pensar en las psicoterapias en sentido amplio, como al hombre de la calle, le remite a la influencia que la psiquis tiene sobre el cuerpo. Ahora ¿dónde está el nexo de eso? Uno podría decir: ¿Con Descartes en la glándula pineal estaría el nexo? Sin embargo, la cosa es bastante más compleja.
Es decir, que el lenguaje tiene con el cuerpo, con el soma, un matrimonio mal avenido. Entonces hay fallos en el lenguaje que generan en el cuerpo, por no haber sido debidamente inscriptos, generan lesiones en el cuerpo. Al modo, dice Lacan, al modo de un jeroglífico que habrá de ser descifrado. Entonces lo psicosomático es cuando hay incidencia de un fallo del lenguaje que genera un agujero en el cuerpo, no en la función sino en la pulpa gozante, para decirlo en términos lacanianos, del viviente.
O sea, necesita que haya una lesión y un agujero. Si es funcional, estamos del lado de la histeria y, por lo tanto, es una formación del inconsciente, como la parálisis histérica, la ceguera histérica. En lo psicosomático, lo afectado no es la función sino que lo afectado es un órgano. Responde a otra lógica, es una formación del Ello pulsional, no es una formación del inconsciente.
Las psicosomáticas ni conforman una nueva estructura ni tampoco tienen predilección por ninguna de las otras tres, a saber, neurosis, psicosis y perversión; pero sí hay un detalle que conviene tener en cuenta que es que así como la psicosomática, tiene como mecanismo fundante esa disrupción que hay entre el lenguaje y el cuerpo a la que el psicoanalista Juan David Nasio le llama “forclusión local”.
Habida cuenta de que la forclusión es el mecanismo fundante en la psicosis ahí hay algo que las mixtura de alguna manera. Vale decir que, estadísticamente, se han comprobado menos casos de somatizaciones en pacientes psicóticos que en pacientes neuróticos y perversos. No obstante, no es que el psicótico está vacunado contra la somatización, pero por alguna razón la forclusión que abarca toda la estructura parecería precaverse contra este tipo de formaciones.
Además, hay otra cosa en un paciente ilustre dentro de la psicosis como puede ser el caso de James Joyce. Él padecía de un glaucoma de la repetición. Ese glaucoma cedía, es decir, aminoraba y desaparecía, cada vez que él se sentaba a escribir; cada vez que él tenía en sus manos una obra en ciernes el glaucoma aflojaba. De ahí el efecto pacificador de la escritura en relación al FPS, el Fenómeno PsicoSomático.
No hay enfermedades que lo son y otras que no lo son, sino que tiene que ver cuál es el modo en el cual esa enfermedad eclosionó, cuáles son los motivos por los que eclosionó y por qué en ese momento de la vida de alguien. Los casos que se suelen decir así, livianamente, serían por ejemplo asma, psoriasis, el vitiligo, algunas formas que atacan al aparato digestivo, úlceras, algunas enfermedades oncológicas.
Pero es importante destacar que en los pacientes con enfermedades que tengan un nexo psicosomático aparecen invariablemente dos cosas, dos elementos que son cruciales. Uno de ellos es un duelo no elaborado con respecto a alguna pérdida de un familiar muy significativo y, por el otro lado, en la vida de esa persona ha habido una sobreadaptación muy grande a las demandas del otro. Es decir, hay un sometimiento muy grande de él a las demandas del otro que el cuerpo se las cobra de alguna manera.
También en esto del duelo no elaborado hay una incorporación de un rasgo, que a veces es visible en el cuerpo de esa persona, que remite a una marca que había en el cuerpo de ese ser querido que ya no está, que puede ser un familiar sanguíneo o no sanguíneo; sino que hay algo del orden del mimetismo. como pasa con los camaleones o con algunos insectos, que se da a ver ante la mirada del otro en el cuerpo del paciente propiamente dicho. Como si hubiera un endoso de una marca, de un cuerpo sobre el otro.
Vas a encontrar, seguramente, libros de gente que te dice, libros con títulos por ejemplo Personalidad del canceroso, “Personalidad del…” donde uno puede agrupar forzadamente una serie de rasgos para después detectar lo que indujo primero. Que es más o menos lo que pasa con los signos zodiacales, si a alguien se le ocurre buscar que todos los de aries son de determinada manera lo va a encontrar, pero también lo va encontrar si uno pretende que el color azul es determinante de los estados de ánimo. Son esos forzamientos que en realidad lo que hacen es perder de vista la singularidad del caso por caso del sujeto que sufre.
En principio hay que convertirlo en un síntoma, porque lo es. Convertirlo en un síntoma implica que el paciente pueda subjetivarlo, es decir, que esto que él cree que es producto de la herencia genética, que es producto de la mala suerte, de que cuando te toca te toca, de que los dioses se lo mandaron como un castigo por… Más allá de si uno logra trascender esas teorías, el paciente debe, a través del tratamiento, apropiarse de esa parte de su historia que agujereó su cuerpo. Apropiarse, saber que es una parte de él, que le concierne, que él está concernido por eso e incluirlo en su historia de cara a integrarlo y no a erradicarlo. Porque si uno no se compromete con el tratamiento aparecen esas operaciones donde, por ejemplo, hay tumores que son recidivantes: a los seis meses tiene otro en el mismo lugar y después tiene otro en el mismo lugar y tiene otro más.
Convertirlo en un síntoma. Porque el síntoma psicoanalítico tiene dos partes, como un durazno: tiene el goce del síntoma, que es el carozo; y tiene la envoltura formal del síntoma, que es la pulpa. En la lesión de órgano, en la enfermedad psicosomática, lo único que aparece es el carozo, aparece el goce, el goce que agujerea el órgano, hay que construir la envoltura formal que es lo que después lo va a tornar metaforizable.
Es decir, cuando está sintomatizado uno ya trabaja como siempre, pero ese trabajo de construcción de la envoltura formal del síntoma para que pueda dialectizarse por vía del discurso es todo el trabajo que hay que hacer en todo lo que es preliminar, en un tratamiento con un paciente así.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.