”…tenemos que enseñarle a nuestros pacientes en análisis que la angustia no es un mal afecto, es un buen afecto; es decir, que está en el umbral de hacer un buen cambio.”
Isidoro Vegh responde:
Transcripción del video:
La acidia es un término que lo ha trabajado mucho un filósofo italiano, Agamben, que escribe lo que le pasaba a ciertos monjes en los tiempos medievales. Describe que, de pronto, no había nada que les viniera bien.
El lugar donde estaban era desagradable, no querían levantarse para hacer las cosas que se hacían en el monasterio, el sacerdote que los dirigía también era criticado y siempre se pensaba que había algo mejor en otro lugar.
Era una depresión, que podríamos llamarla así desde nuestra terminología actual, que se daba en gente que no era psicótica.
Freud escribió un texto clásico que se llamó Duelo y melancolía, donde el duelo es una tristeza que nadie diría que es patológica. Si se muere un ser querido es obvio que alguien va a estar durante un tiempo elaborando esa pérdida.
Freud lo llamaba trabajo de duelo. Es más, hasta no hace muchos años se veía en la Argentina que si se moría un ser querido, un varón usaba un brazalete o una corbata negra y una mujer iba con una pollera negra.
Todo eso quedó un poco de lado. Vivimos en una cultura donde hay que jugar a todo es Tinelli y Showmatch, todo es alegría y todos saltamos. Lo cual es un grave error.
Pero igual, de cualquier modo, nos sale que si uno está triste no tiene ganas de ir a bailar ni tiene ganas de escuchar rock and roll, no tiene ganas de ponerse ropa de colores estridentes. Decimos que eso es válido, es normal.
Melancolía, en cambio, ya implica una tristeza patológica, una tristeza de la que el sujeto no puede salir, se siente como en un pozo. En algunos casos lleva el pasaje al acto del suicidio. Es una posición ya diferente. Estamos en el campo de lo patológico.
Yo suelo decir que ahí hay un error de Freud porque no sólo existe el duelo y la melancolía también existe lo que diríamos una tristeza patológica en la neurosis.
Entonces, hablo de duelo, acidia y melancolía, porque generalmente esa tristeza patológica en la neurosis se suele presentar en la vida cotidiana, en el paciente con cara de culo. Es ese marido que vos no sabés porqué está siempre medio molesto, a disgusto, contesta de mala manera… Estamos todos reunidos de alegría y él sale siempre con un exabrupto embromado. Lo que se llama la acidia. Bueno, lo que está detrás de esa manera brutal de contestar amarga, falta de alegría… Es que hay una tristeza no elaborada.
Hay algo que no está elaborado. Muchas veces en la neurosis, lo que no está elaborado, es que ha habido de inicio una propuesta de un ideal que arrasa con todo lo que se hace.
‘Mamá, traje el boletín, saqué 8.’ ‘¿Por qué no sacaste 10?’ ¿Se entiende la fórmula? Eso le puede arruinar la vida a cualquiera.
Se suele llamar muchas veces angustia a cosas que no son. Angustia en el sentido de lo que Freud llamaba ‘angustia-señal’. La angustia-señal, esto es muy importante, porque en la técnica lacaniana diferimos, ahí sí, muy notoriamente de lo que es el modo clásico de trabajar de la Internacional Psicoanalítica.
Para nosotros es como un semáforo que dice ‘por acá hay que pasar’. Nosotros tenemos que enseñarle a nuestros pacientes en análisis que la angustia no es un mal afecto, es un buen afecto; es decir, que está en el umbral de hacer un buen cambio.
La acidia no es el umbral de nada. La acidia es la repetición sintomática de algo no resuelto.
Son dos cosas distintas.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.