“La familia y la escuela ya no instituyen ninguna subjetividad infantil, entonces se hace mucho más complejo y hay que pensar a un niño en situación.”

Transcripción del video:

También está el tema del bullying… porque no es lo mismo el atacar el orgullo de un compañero ofendiéndolo como ha sido siempre así, el famoso gil que lo toman de punto, a agarrar a un pibe y molerlo a palos. Son dos cosas distintas.

Ofender el orgullo es un acto simbólico de suma crueldad, quizás de mucha más crueldad que molerlo a palos, pero lo que muestra el bullying –con esa indefinición propia de la comunicación de que más o menos todo es lo mismo, desde una ofensa hasta un ataque casi criminal– es que no hay un colectivo juvenil en donde el ingresar requiere ciertas pautas, y cuando alguien no las establece de manera adecuada tiene consecuencias. Pero si no hay colectivo juvenil, estudiantil, ya no se trata de ofender a alguien que no cumple las pautas para formar parte del correctivo, se trata de destruirlo. ¿En nombre de qué? De un cualquiera contra cualquiera. Ese es un tema muy importante porque no se previene diciéndole a los docentes estén atentos, impedir que haya burlas en el desarrollo de una clase o en los recreos. No se previene de esa manera.

Se trata, en todo caso, de que haya un colectivo en donde se pueda establecer la diferencia entre alguien que no puede entrar por razones x, que tiene que ver con un acto simbólico, y alguien que es atacado criminalmente hasta dejarlo al borde de la muerte. Son dos casos muy diferentes. Entonces habría que tratar de intervenir dentro de las escuelas para evitar esos actos criminales. Tiene que ver con la constitución de un vínculo, formar un colectivo con los que participan de esa enseñanza.

Hay un montón de chicos acumulados sin que se defina la pertenencia a un colectivo. Simplemente están un tiempo. Algunos aprenden algo, muchos no. Algunos pasan de manera formal por los distintos niveles de enseñanza, y en esa aglomeración de gente que no participan de un dispositivo en función de un colectivo se puede producir cualquier cosa.

Y con respecto al piropo también, porque no es lo mismo el piropo del que hablaba Jacques-Alain Miller en la famosa conferencia de Venezuela que, según decía, estaba muy olvidado en Europa y que él lo había vuelto a descubrir en Venezuela, que una grosería. El piropo está del lado de la poesía, está del lado de la metáfora y metonimia. En cambio, la grosería es un ataque. En ese orden, cuando las clasificaciones se hacen por fuera del colectivo, por fuera de los vínculos… En esta era de desvínculo, como dice Eduardo Galeano, encontramos iniciativas como la que decías, la prohibición del piropo como proyecto de ley. Y ya que trajiste ese tema, ¿vos qué opinás?

Hay algo importante y es que donde no hay más vínculos no hay sistema jurídico. Antes el sistema jurídico aparecía de una manera muy colateral, pero en la actualidad tiene que estar en todos lados, regulando la vida de las personas. Y eso es nefasto porque quiere decir que ya no hay más vínculo entre las personas, salvo los que precariamente se pueden establecer en situaciones. Por ejemplo, en mi trabajo dentro del sistema educativo, en Provincia y en Ciudad, tuve la oportunidad de pensar junto con los docentes qué pasa en las escuelas, porque el niño del que hablan los manuales de pedagogía y también los libros de psicología no existe más. E incluso en muchos casos los niños que uno busca con la lente del caso Juanito tampoco existen más. Se parecen mucho más a Dick, a Erna de Melanie Klein, a alguna de las viñetas clínicas que pone Winnicott en sus trabajos, como lo del juego del cordel, que a Juanito.

Es decir, el niño es una construcción social, como plantea Philippe Aries. Entonces, cuando esa institución que era la familia, junto a otra que era la escuela, forjaba a ese niño como ciudadano del mañana, ahí uno podría descubrir algunas neurosis. Pero cuando estas instituciones son destituidas –convengamos, la familia y la escuela ya no instituyen ninguna subjetividad infantil– se hace mucho más complejo y hay que pensar a un niño ‘en situación’. En ese orden, nos encontramos con un montón de cosas: los fenómenos psicóticos, la tendencia antisocial. Lo importante de la tendencia antisocial es que siempre amplía todo, tiene una resonancia social muy grande. En cambio, los casos de autismo aparecen subrepticiamente en las series. Yo siempre digo, en la historia de la literatura universal, no hay autistas. En cambio, en los últimos veinte años de cine y televisión hay autistas por todos lados. Me parece sintomático. Tiene que ver con una época donde no hay instituciones que sostengan, lo que Winnicott hablaba como condiciones para el inicio de una vida: adaptación de un ambiente a las necesidades del yo de las criaturas. Aclaro: un ‘yo’ entendido no a la manera de los ‘psicólogos del yo’, un ‘yo’ entendido en el sentido winnicottiano, como afirmación, como afirmación de la existencia.

Entrevista realizada por Iara Bianchi.

Diego Zerba

Diego Zerba 
Psicoanalista

Iara Bianchi

Iara Bianchi 
Directora Editorial. Psicoanalista

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