Los psicofármacos actúan sobre síntomas específicos: frenan procesos delirantes que desorientan a la persona, moderan fenómenos alucinatorios que la perturban profundamente, alivian una angustia desorganizadora o elevan un ánimo deprimido que dificulta pensar con claridad. Sin embargo, su verdadero valor va más allá de estos efectos inmediatos, ya que permiten al sujeto hablar y expresar su verdad.
Su aparición representó un avance extraordinario. En las primeras observaciones realizadas en el Hospital Sainte-Anne, en París, los especialistas notaron que estos medicamentos podían controlar muchas manifestaciones sintomáticas que volvían inaccesibles a los pacientes, sin necesidad de inducir sueño. Esto supuso una diferencia crucial respecto a los barbitúricos utilizados hasta entonces, que mantenían a los pacientes en un estado de somnolencia constante. Este cambio les permitió afirmar: “Ahora no presentan esos síntomas, podemos hablar con ellos”.
Aunque no constituyen una cura por sí mismos, los psicofármacos son una herramienta esencial porque, en algunos casos, hacen posible el abordaje psicoterapéutico. Al controlar los síntomas que dificultan la comunicación, estos medicamentos permiten a los pacientes hablar, expresar su verdad y, de este modo, acceder a una terapia que, debido a la gravedad de los síntomas, antes resultaba inalcanzable. Sin embargo, el enfoque principal siempre recae en el tratamiento psicoterapéutico.
Juan Carlos Stagnaro aborda temas clave en las miradas hacia la salud mental, destacando los estigmas que aún persisten en torno a la locura y la psiquiatría. Analiza la delgada línea entre lo normal y lo patológico. También, nos cuenta sobre la historia de la psiquiatría argentina y los desafíos propios del contexto local.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.
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Juan Carlos Stagnaro
Psiquiatra
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista