[Video] Felicidad y voluntad por Alfredo Eildelsztein

“El psicoanálisis no tiene ningún problema con ningún sentimiento en ninguna dimensión de la vida humana común a la sociedad. Operamos cuando muchas de ellas fracasan.”

Transcripción del video:

El psicoanálisis no tiene mucho para decir de la felicidad. Nosotros arreglamos problemas. A mí me traen el coche y me dicen: “Mira, me hace ruido cuando frena”.

Igualmente puedo llegar a decirle: “Sí, te hace ruido cuando frena, pero vos no tenés un problema de frenos. Tenés la dirección torcida, por eso te está haciendo ruido. Vos me lo trajiste por frenos, pero es un problema de dirección. Si me vas a pedir que te arregle los frenos, dentro de dos meses vas a venir de vuelta porque se va a gastar torcido. Es un problema de dirección. Tenés que alinear o hay que hacer todo el tren delantero”.

Ahora, nosotros no decimos: “Che, ¿no querés que te ponga un motor más fuerte para ir más rápido?, ¿no querés que te lo pinte de verde que va a ir mejor?, ¿no querés que te lo haga descapotable que te vas a levantar un montón de minas?” Nosotros arreglamos problemas.

Nosotros no tenemos fórmula de felicidad, de ‘mejor’. Y si la tenemos, dejamos de ser psicoanalistas para cumplir otro rol social que es el de psicólogo. El psicólogo sí trabaja con parámetros de qué es sano, qué es enfermo, qué es normal, qué es patológico, qué es esperable: “Un chico de tal edad es esperable que haga tal cosa, debería hacer tal cosa, no debería estar en la tablet más de dos horas por día”. Todo eso es Psicología. No está ni mal ni bien. Yo no tengo nada para decir de eso, no me dedico. Pero es otra disciplina. Que tiene teoría de la felicidad.

El psicoanalista no tiene nada para ofrecer a la persona. Nosotros arreglamos problemas.

– Pero si arreglás el problema se siente un poco mejor…

– Es de esperar. Igualmente, hay gente que se siente peor y arregla el problema. Si tenés gangrena y te cortan la pata derecha, arreglaste el problema. Quedaste para el culo porque no vas a poder jugar más al fútbol, y sos futbolista. Pero tenías que operarte. Con lo cual, resolviste el problema, pero no adquiriste felicidad, pero resolviste el problema. Es decir, hay que separar esto de la felicidad.

Sobre la voluntad

Nosotros trabajamos con síntomas. Y una vez que uno se enfrenta al problema del síntoma, ya la voluntad queda totalmente superada. De hecho, la persona que tenía el síntoma, antes de consultar al analista ya ha intentado por medios voluntaristas de resolver su problema.

Si tiene un problema sexual, si tiene un problema de insomnio, si tiene un problema que no consigue pareja, si tiene un problema que no consigue dinero; ya dijo “Bueno, yo tengo que hacer”, y los amigos ya le dijeron, y el hermano le dijo: “Lo que vos tenés que hacer es levantarte todas las mañanas y leer el diario y buscar trabajo”. Con la voluntad, ya lo intentó.

La voluntad está macanuda. Ahora, si usted tiene un problema que no se arregla con voluntad, venga a verme a mí. Porque yo trabajo con esos problemas que con voluntad no se arreglan.

Si vos querés estudiar Lacan y te resulta difícil, no me vengas a ver a mí: poné el culo en la silla tres, cuatro, horas por día, una buena cantidad a diario, y lo vas a entender. Eso es voluntad.

Si vos tenés insomnio, y ya hiciste todo: ya dejaste de tomar café, no ves pornografía a la noche, hacés yoga, no pensás en problemas, y a pesar de eso no pegás un ojo: vení a verme a mí. Pero es cuando la voluntad ha fracasado.

Por eso la posición analítica no es decir “poné buena voluntad, o poné más voluntad”, porque la voluntad sería lo que la persona ya debería haber hecho sin tener que verme a mí.

-“No consigo trabajo” -“¿Ese es su problema?” -“Sí, sí, no consigo trabajo” -“¿Y qué ha hecho usted para conseguir trabajo?” -“No, nada” -“¿Entonces para qué me viene a ver a mí? Busque trabajo y si no lo consigue…” -“Es que no puedo salir a buscar” -“¡Ahí está! ¿Usted se propone salir a buscar y no puede?” -“Sí, todas las mañanas digo: ‘hoy tengo que salir, hoy tengo que salir’ y me quedo en la cama” -“Siéntese, hablemos”.

Es cuando la voluntad ya no cumple su función. Si no, no tengo ningún problema. El psicoanálisis no tiene ningún problema con ningún sentimiento en ninguna dimensión de la vida humana común a la sociedad. Operamos cuando muchas de ellas fracasan.

Entonces, con la voluntad…

-“Ponga buena voluntad” -“No entiendo” -“Bueno, hacé los ejercicios” -“No entiendo nada” -“¿Pero cómo ‘no entiendo’? ¿Y tus amigos entienden?” -“Sí, todos los chicos entienden, yo no entiendo” -“Pero y…” -“Sí, sí, yo lo intento, mi mamá me explica…” -“Bueno, a ver, contame…”

Pero ahí ¿qué le voy a decir?; ¿poné voluntad? Si ya es lo que le dijo la mamá, la maestra particular, todos; la maestra del grado le dijo “Dale, Cachito, dale, prestá un poco de atención”.

-“Pero no, yo me quedo en blanco, no entiendo nada” -“Ah, bueno, ¿qué quiere decir que te quedás en blanco? A ver, contame” -“No, es que me vienen ideas” -“Ah, ¿y que ideas te vienen?” -“Que mi mamá se va a morir” -“Ah, bueno, hablemos de eso”. Porque él no puede evitar la idea. Con buena voluntad no podés evitar la idea que se te viene de que tu mamá se va a morir. Ahí entra el psicoanalista.

Y la relación con la voluntad es que cuando la voluntad no alcanza, vení a verme a mí.

Entrevista realizada por Iara Bianchi.

Alfredo Eidelsztein

Alfredo Eidelsztein 
Psicoanalista

Iara Bianchi

Iara Bianchi 
Directora Editorial. Psicoanalista

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