Ombligos. Desbricolaje del padre
Libro de Gerardo Arenas
Por Iara Bianchi
“Reformular la metáfora paterna” es la propuesta del psicoanalista Gerardo Arenas en su libro Ombligos. Desbricolaje del padre. Ni padre ni madre biológicos, ni realmente padres imaginados. Una metáfora es la condensación de escenas que se superponen y se ordenan de tal modo que confirman una secuencia de imágenes que se perciben en acciones; en un acto constituido por muchos que se halla en las bambalinas de nuestras vidas. El movimiento va fraguando un camino, mientras el horizonte se va corriendo; y ese desplazamiento es testigo de que estamos caminando. La metáfora es una completitud ficticia y necesaria como piso para tomar vuelo. ¿Volamos? Con aires favorables, quizá algunos planean porque no olvidan avistar, aunque sea, un mínimo montículo de tierra, un posible aterrizaje. No obstante, lo usual suele ser algo más pedestre: balbuceos, ir del enredo de las cosas, las piedras en los zapatos, los sonidos, los aromas, los silencios hacia los sentidos, simbolizar, enlazar el tiempo y el espacio, el cuerpo y los pedazos de mundo… Todo ello es viable si contamos con un vacío que permite ciertos deslizamientos. Nada es susceptible de ser creado si todo ya ha sido creado. El deseo es el andar empujado por una nada a llenar. No la saciaremos, pues el hambre es nuestro y no de ella. Si el universo está a la vez que lo vamos conformando, la ley se impone como límite, como la cera de crayones sin los cuales no podríamos pintar, formar dibujos, hacerlos hablar. El deseo es aquello que hace mover la mano en el papel, primero prestado, luego apropiado. Artista y lienzo conviven como el deseo y la ley, desde el corte del cordón umbilical. ¿Qué sucedería si no tuviéramos ombligo?
Arenas nos cuenta sobre el primer hombre mítico que no nació, fue creado; entonces, no tenía ombligo. ¿Habrá sido tan insoportable de imaginar una panza sin nudo que le incorporaban un ombligo a Adán a sabiendas de que era una contradicción evidente con la historia de cómo ese señor había llegado al mundo? O, ¿fue el mismo Dios que intervino sin ser fiel a las Sagradas Escrituras? Dice el autor: “La falta de ombligo, signo de singularidad del primer hombre, obstaculizaría mi identificación con él. Ergo, a fin de que la religión alcance a todos, la sacra biología deberá ser discretamente puesta entre paréntesis, y un ombligo habrá de coronar el vientre adánico”. Así testimonian las pinturas de Durero, de Miguel Ángel, de Tiziano; y las esculturas de Dalí y de Botero.
En el ideario social, el ombligo quedó ligado a la prueba de la preexistencia de un padre y una madre. Gerardo Arenas afirma que ser humanos sigue “pareciendo inseparable de tener a una mujer por madre y a un hombre por padre”, cuando “hay configuraciones familiares que en absoluto se condicen con lo que los términos padre y madre —más y más variados de sentido a medida que avanza el siglo— pretenden subsumir”. Y agrega: “Esto pone de manifiesto que, así como dos mil quinientos años después de Sófocles el complejo de Edipo ya no puede seguir siendo lo que era, tampoco podemos aceptar sin cambios la metáfora (paterna) que Lacan formalizó hace apenas medio siglo”.
El psicoanalista en el prefacio de Ombligos. Desbricolaje del padre, toma una cita de Jacques-Alain Miller: “Los partidarios del padre desfilan por las calles en nombre de la tradición. [Pero el] psicoanalista no tiene vocación de hacerse guardián del antiguo orden”.
Como el título del libro indica, las páginas recorren un “desbricolaje del padre”, es decir, deshilachan sentidos condensados. Se trata de un trabajo manual de carpintería para habitar una casa con otras coordenadas y con un estilo menos anticuado, renovado. En palabras del escritor: “A sabiendas o no, los psicoanalistas hemos ido pintando ombligos en diversos puntos de nuestros desarrollos. Sin embargo, no saltan a la vista. Habrá que descubrirlos”.
Gerardo Arenas
Psicoanalista
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista