
El 18 de enero de 1983 el Comité Olímpico Internacional le devuelve a Jim Thorpe las 2 medallas de oro que le había quitado injustamente. Aunque ya era tarde, Jim había muerto 30 años antes. Pese a morir en el año 1953 fue declarado ‘Atleta estadounidense del siglo’. Si bien pareciera algo apresurado, tuvieron razón: en los siguientes 47 años, nadie pudo llenar sus zapatos.
Como bien reflexionó el periodista Gustavo Fillol, “En 1938 los EEUU vieron nacer su superhéroe. Ese año aparece el comic Superman. Llegó con el color de piel, los rasgos físicos y la dicción adecuada. Cincuenta años antes había nacido Jim Thorpe, un superhéroe de verdad, no un dibujo. Pero tenía el color de piel, los rasgos físicos y el acento en el habla equivocados. Era un superhombre de carne y hueso, pero a nadie le convenía”.
Jim Thorpe nació en Oklahoma el 28 de mayo de 1888, sin embargo, no fue considerado oficialmente estadounidense hasta 1924. Ese año se aprobó la Ley de Ciudadanía India. Jim en realidad se llamaba Wa-Tho-Huk o ‘Camino iluminado por un relámpago’ para los íntimos. Era un indio Fox.
La sangre que corría por las venas de Jim Thorpe era un cocktail intomable para la conservadora sociedad estadounidense de principios del siglo XX. Su padre era hijo de un irlandés y una nativa americana de la tribu Fox. La madre era hija de un francés y una nativa americana de la tribu Potawatomi. Jim fue criado en la creencia Fox, pero bautizado como Jacobus Franciscus Thorpe; había que asegurarle algún derecho.
Jim se educó en instituciones mixtas para mestizos de las reservas indias. Junto a Charlie, su hermano gemelo, asistieron a la Sac and Fox Indian Agency School de Stroud. Carlie muere de neumonía a los 9 años. Al parecer Jim no pudo asimilarlo ya que no quiso volver a esa escuela, de hecho, no volvió a ninguna. Su padre Hiram Thorpe, intentó enviarlo como pupilo a la Haskell Indian Nations University de Kansas, pero Jim se convirtió en un as del escapismo.
En 1904 encontró su lugar en el mundo, la Carlisle Indian Industrial School en Pensilvania. Su política deportiva permitía a Jim practicar todas las disciplinas que quisiera, y en su tiempo libre, si quería, estudiar. Su escuela compartía campo de deportes con una universidad. Cuando los alumnos de Carlisle ingresaban para practicar fútbol americano aún no habían retirado los elementos de atletismo. Jim, aún con ropa de calle vio la vara de salto en alto colocada y no se resistió. Tomó carrera y ¡¡¡Wow!!!, la saltó, sin el más mínimo estilo y sin ninguna dificultad.
El entrenador universitario no daba crédito a lo que había visto. Se acercó a Jim y le preguntó ‘¿Qué deporte practica joven?’. Thorpe totalmente desinhibido le contestó ‘Fútbol americano, béisbol, básquetbol, hockey sobre hielo, lacrosse, tenis, natación, boxeo, arquería y, su usted lo dispone, atletismo’. Semejante versatilidad lo hacían el candidato ideal para las disciplinas mixtas. De la noche a la mañana, Jim era un aspirante al equipo olímpico estadounidense.
Mi abuela diría, ‘Ese chico tiene hormigas en el pantalón’. Jim no podía quedarse quieto. Cuando Carlisle contrata a Glenn Scobey Warner para entrenar a su equipo de fútbol americano, el joven atleta sintió el cosquilleo en su cuerpo. Jim simuló un casual encuentro con Glenn en un entrenamiento de su equipo y desnudó su arrolladora personalidad.
‘Entrenador, ¿me permite hacer un acarreo?’. Glenn sabía que se trataba de la estrella del equipo de atletismo y temía que sus feroces defensores lo destrozaran sin piedad. Obviamente se negó, pero Jim con una sonrisa le suplicó ‘Vamos, coach. Sólo uno’. Glenn accedió a sabiendas que ante el primer golpe que recibiera, el dolor le haría olvidar su capricho.
Jim tomó el balón y comenzó a correr. Los defensores quedaron en ridículo, en solo 12 segundos recorrió medio campo hasta la zona de anotación sin un rasguño. Glenn le dijo ‘¿Eres capaz de hacerlo de nuevo?’ y lo único que recibió de Thorpe fue un sonriente ‘Obvio’. Segunda carrera, segunda anotación, sin siquiera haber transpirado se acercó a Glenn y al oído le susurró ‘Nadie puede derribar a Jim’.
Thorpe integró al mismo tiempo el equipo de atletismo y el de fútbol americano. The New York Times publicó una nota titulada ‘Indio Thorpe en Olimpíadas. Piel roja de Carlisle competirá por lugar en equipo estadounidense’. Está de más aclarar que clasificó sin problemas para los juegos olímpicos de Estocolmo 1912. Allí consiguió sin despeinarse las medallas de oro en Pentatlón y Decatlón. Thorpe había aplastado las aspiraciones de los ídolos escandinavos Ferdinand Bie y Hugo Wieslander. El rey Gustavo V de Suecia pidió entregarle ambas medallas a Thorpe. Le extendió la mano junto con estas palabras: ‘Usted, señor, es el atleta más grande del mundo’.
En 1913 Thorpe fue víctima de una de las operaciones de prensa más absurdas de la historia del deporte. El Telegram & Gazette de Massachusetts publica una investigación donde declaraban que en 1909, el joven atleta había cobrado por participar en algunos juegos de béisbol. Se aseguraba que había cobrado 2 dólares por partido. A Jim no le importaba defenderse de algo que no consideraba una trampa, todo lo contrario. Mientras todos sus compañeros jugaban con nombres ficticios, él lo había hecho con el real.
Para el Comité Olímpico Internacional, aunque el monto significaba para ellos una miseria, más parecido a una propina que un salario, lo convertía en profesional. Pese a la falta de pruebas escritas y la presentación de la denuncia fuera de término, le fueron retiradas ambas medallas. El COI se las quiso entregar a los segundos de cada prueba, al noruego Ferdinand Bie y al sueco Hugo Wieslander. Ambos las rechazaron aduciendo que Thorpe se las había ganado compitiendo en buena ley.
Lo que para otro atleta hubiera sido el final de su carrera, para Jim fue el principio. Como era su sueño triunfó en el fútbol americano jugando para los Canton Bulldogs y los Chicago Cardinals. Paralelamente, fue figura del básquet jugando para los World Famous Indians. Como si hubiera pensado ‘En ese deporte aún no triunfé’, se hizo beisbolista profesional. En esta nueva disciplina fue figura de los New York Giants, Cincinnati Reds y Boston Braves.
En 1924, con la sanción de la Ley de Ciudadanía India, Jim Thorpe por fin fue considerado estadounidense. Su retiro del deporte coincidió con la Gran Depresión. Casi todo el dinero que Thorpe había ganado lo había donado a las comunidades indias, estaba quebrado. Para mantener a su familia se convirtió en extra de cine, sereno y albañil. Cuando en 1950 le fue diagnosticado cáncer, quedó en bancarrota. Su esposa fue entrevistada en televisión donde suplicaba algún tipo de ayuda para Jim, nadie acudió. La muerte lo encontró el 28 de marzo de 1953.
En 1982, para limpiar el nombre del ‘Atleta del siglo’ varios amigos de Jim convencieron al entonces presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, que reabriera el ‘Caso Thorpe’. Se descubrieron algunas tropelías en el proceso y el fallo de 1913 fue revocado. El 18 de enero de 1983 en una ceremonia celebrada en la ciudad de Los Ángeles, Gale Thorpe y Bill Thorpe fueron invitados a recibir las 2 medallas que le fueron quitadas a su padre.
‘El deporte no construye el carácter, lo revela’ – Heywood Broun
Hay veces, y lamentablemente no son pocas, que el principal enemigo del espíritu olímpico es el propio Comité Olímpico Internacional. La rigidez en la elaboración de los reglamentos es directamente proporcional a la impericia en el manejo de las excepciones. Un claro ejemplo de su miopía estratégica fue el manejo del caso Thorpe.
Escrito por Gabriel Dantuono