EL ARREBATO DE LACAN: MARGUERITE DURAS A LA LETRA
Introducción**
¿El analista puede publicar estudios de caso? ¿Por qué? ¿Cómo?
Dicha cuestión ha generado nuevos debates, siendo necesario llegar a un acuerdo con respecto a lo que la palabra «caso» designa. Lo anterior, en tanto que, entre un primer relato y su publicación, existe una brecha, algo cae. ¿Cómo tratar, entonces, uno u otro caso (de casus: caída)? ¿Cómo hacer caso de ese caso?
El «Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein [i] » conserva, al día de hoy, cincuenta años después de su publicación, toda su actualidad. Abre un camino cuyas implicaciones están lejos de los errores que a menudo encontramos desde el punto de vista psicopatológico, la introducción de la viñeta clínica, el recurso a la contratransferencia. Dichas variedades dan cuenta del callejón sin salida (impasse) en el que queda atrapada la publicación de un caso, desposeyendo, claramente, al sujeto de su división dentro de la enunciación. El punto de vista psicopatológico, pese al uso de un vocabulario psicoanalítico, aliena el discurso del sujeto a través de una objetivación en la que su verdad es traducida por un saber dado. Coloca al caso en pequeñas cajas. La viñeta clínica se pretende ilustrativa en tanto ofrece una representación comprensible pero, sobretodo, tiene el valor retórico de hacernos creer en la garantía de una realidad vivida – siendo que no sirve a los intereses del analista o enmascara un goce de la clínica. La referencia anunciada por la contratransferencia (de la cual no se niega su existencia) confisca la verdad del sujeto en la desviación sobre las representaciones conscientes del analista; no se tiene en cuenta que la contratransferencia no es sino una forma de la transferencia cuya determinación se encuentra en otra parte, en el significante tercero del sujeto supuesto saber. El Homenaje de Lacan canta una otra melodía que hay escuchar. Nuestra intención es sostener que su aproximación condujo a la problemática de la sublimación sin subestimar aquello que cae y hace caso en el intervalo entre el primer relato y su publicación.
Comencemos por hacer algunas reflexiones sobre la noción de intervalo.
Entrar, o entre-tenerse, en el intervalo abierto por la preposición entre, requiere, probablemente, y si uno cree en Platón [ii] , un cierto grado de pensamiento geométrico. En todo caso, esta pre-posición coloca al analista ante el umbral de la problemática del sujeto (su imposible subjetivación) en su relación con el tiempo y el espacio, es decir, en el intervalo de la fisura entre su aparición y su desaparición (fading), entre el significante que lo representa y el otro a través del cual el primero es representado. François Jullien escribió: «El “entre” no tiene un “en sí”, no puede existir por sí mismo; estrictamente hablando, el “entre” no lo es. Por lo menos es sin cualidad. ¿Cómo poder hablar de él [iii] ?».
No es de extrañar, pues, que Lacan aconsejara interesarnos por el término «mesología [iv] »: «¿Qué hay entre, entre qué y qué? Se trata de definir qué es lo que está entre
[v]
». Esta pregunta es enunciada en tanto tal durante el tiempo en que se encuentra trabajando con el nudo borromeo y los cuestionamientos que él suscita, un tema que ha sido tratado ya por medio de la topología de las superficies, por la identificación del sujeto al corte de una banda de Möbius, a saber, el entre desprovisto (vacío) de un posible empalme de sus bordes [vi] .
La llegada del nudo borromeo amplía las preguntas antes realizadas, pero introduce nuevas coordenadas, en particular, aquella concerniente a la ex-sistencia, a saber, «esa que gira en torno» de la consistencia de los anillos del nudo borromeo y en cuyos intervalos cuenta «treinta y seis maneras de ser anudado»: ¿qué ocurre entre las cuerdas del nudo borromeo, entre los momentos de su apertura, corte, estiramiento y aquellos de su empalme? En estos intervalos ocurridos entre los anillos encontramos el nudo a tres dimensiones y su aplanamiento en dos dimensiones. De ahí la afirmación que «para el ser que habla, él está siempre en alguna parte mal situado entre dos y tres dimensiones [vii] ».
De esto se desprende que el abordaje del sujeto se realice a partir de los puntos de tensión y calce de los anillos; son ellos los que determinan al sujeto y no el sujeto mismo el que se los representa: «yo elimino completamente el sujeto que se lo figura, puesto que parto de la tesis de que el sujeto es lo que está determinado por la figura en cuestión, determinado; no, de ningún modo que sería su doble sino que es por los calces del nudo, por lo que en el nudo determina unos puntos triples por el hecho del apretamiento del nudo, que el sujeto se condiciona [viii] ».
El sujeto está determinado por la coyuntura (serrage) de los anillos del nudo, coyuntura únicamente posible a través de su errancia (en el sentido de la física [ix] ) en ese entre, en el intervalo entre ellos mismos. Tales tensiones, que determinan los puntos triples de calce, implican al tiempo y participan de la conjunción del espacio y tiempo que caracterizan el entre del sujeto: «El punto de tironamiento […] sugiere que el espacio implica al tiempo, y que el tiempo no es quizás otra cosa, justamente, que una sucesión de instantes de tirón. Esto, en todo caso, expresaría bastante bien la relación del tiempo con esa estafa que es designada bajo el nombre de eternidad [x] ». Esto determina el punto en función de una pluralidad de dimensiones, cosa que no ocurre en el caso de la geometría donde es definido como teniendo una dimensión cero.
La errancia, la coyuntura (serrage) resuena con la R designando lo real, y de hecho es esto, lo real del sujeto, en la topología borromeana.
El término errancia (que también implica un carácter espacial y temporal) ha sido promovido por Lacan en su seminario Los no-incautos yerran [xi] , título «que tiene el mismo, a saber, que Los nombres del padre, pero no el mismo sentido [xii] ». Apoyándose sobre esta identidad de saber, pero no de sentido, Lacan opone a los incautos que no yerran frente a los no-incautos que yerran. ¿Incautos de qué? De la estructura de deseo inconsciente de la cual Freud, al final de La interpretación de los sueños [xiii] , dijo que siempre repite lo mismo (zum Ebenbild), que el porvenir ha sido modelado en el pasado. El deseo es indestructible (unzerstörbar), él modela el presente a imagen del pasado. La estructura del deseo se repite (iterare) en su desplazamiento sobre la línea temporal del pasado, el presente y el porvenir. Los incautos de esa estructura no yerran en tanto no se encuentran en el error. Por el contrario, aquellos que no se dejan engañar por esta estructura repetitiva, consideran su vida como un viaje (itinerare) que va del pasado al futuro, del nacimiento a la muerte, errando en el error.
La oposición entre los incautos que no yerran y los no-incautos que yerran se asemeja a una trinchera. Sin embargo, no lo es tanto, esto, por varias razones. En primer lugar, la etimología de errar, que Lacan invoca, resulta equívoca en tanto se ubica en medio de la convergencia entre el error (error) y la repetición (iterare), misma que se halla relacionada con el viaje (itinerare). Por otra parte, Lacan dice, «no es suficiente el ser incauto para no errar [xiv] ». Además, uno no puede errar (no estar en el error del no-incauto) un cierto tiempo para después negarse a ser incauto y caer en el error. Lacan, a este respecto, cita a Maupertius (La venus física), quien no se hace lo suficientemente incauto de la estructura para descubrir el mecanismo de la fecundación [xv] . Lacan no quedó exento de ello [xvi] , ni Freud [xvii] . Él puede ser un errante en un sentido positivo, al menos en el método. Al conducir al error hasta sus últimas consecuencias, lo no-incauto puede tornarse en lo incauto de la estructura [xviii] . Notamos, además, que con el manejo de los nudos borromeos, Lacan rehabilita el estatuto heurístico del error, en cierta forma, en tanto felix culpa [xix] . Diríase que se trata de una errotología. Más tarde (1954), Francis Ponge proclamaría: «Errare divinum (est) [xx] ». Finalmente, cuando Lacan se pregunta «cuál es la errancia de la metáfora», cuáles son sus límites, «el máximo permitido de la sustitución de un significante a otro», es ahí que existe una errancia del incauto de la estructura [xxi] .
Incluso si tratamos de sortear provisionalmente la ambigüedad al distinguir la errancia en tanto errancia sin error y la errancia con error, ella subsistirá, al menos por algún tiempo.
La ambigüedad con la que está cargada dicha errancia implica, al parecer, que uno puede hablar del sujeto como gravitando «entre dos errancias», o de una errancia del entre dos. Es ahí que reside la pregunta sobre el entre y surge, pues, una más: el entre del que uno habla en referencia al sujeto, ¿es un entre dos o un entre tres?
Si uno se refiere al nudo borromeo, el entre dos (presente, por ejemplo, en las palabras between y zwischen) debe ser contado como un entre tres tensiones. Los capítulos que vienen mostrarán que el sujeto debe contarse tres y que su ser (quien hace falla en tanto no se halla sino enlazado con el objeto a) debe contarse como un ser a tres. El ser a tres será el calce del sujeto entre dos errancias, aquel de la estructura del deseo y de su travesía. Empero, siendo que nosotros no contamos sino dos errancias, resulta necesario precisar de dónde viene ese tres, a qué le corresponde y por qué es tan necesario.
«Se cuenta tres» es el título que dimos, ya en 1989, a nuestro estudio sobre «El tiempo lógico [xxii] ». Fuimos inspirados [xxiii] nuevamente para hablar de aquel extraordinario libro, barroco y delirante, Rousseau, juez de Jean-Jacques. Diálogos (1772-1776), escrito por Jean-Jacques Rousseau después del silencio que, de acuerdo con él, acogió a la lectura de las Confesiones. En sus «Diálogos», este escritor se divide en tres personajes, más uno: el Francés, Rousseau y un tercero que no interviene, mas del que se dice que es llamado Jean-Jacques; él ocupa, según nosotros, el lugar del sujeto que no puede decir «yo» (je). El escritor, Jean-Jacques Rousseau, se contará como un cuarto.
La fórmula del ser a tres parece la adecuada, también, para leer la no menos pasional, y apasionante, correspondencia entre Rainer Maria Rilke, Boris Pasternak y Marina Tsvetaïeva [xxiv] . He aquí una correspondencia que hizo obra, cuya recolección fue requerida, en vida, por Marina Tsvetaïeva. La correspondencia no duró sino unos meses (de marzo a diciembre de 1926) y fue interrumpida por la muerte de Rilke. Los tres poetas, residentes en tres países diferentes, nunca se encontraron en el tiempo que duró el intercambio de misivas a tres, mismas que tuvieron lugar en tres lenguas diferentes (ruso, alemán y francés). La poesía fue promovida por los tres como una lengua aparte de la que ellos mismos eran habitantes. «Ninguna lengua es lengua materna. Escribir poemas es escribir después [xxv] ». La apuesta de su correspondencia fue, precisamente, el arribar a una unión mística del amor a distancia y la creación poética, es decir, encontrar una identificación común («Rainer, yo me nombro de otro modo: todo lo que tú eres, todo tú es», escribía Marina a Rainer el 22 de agosto de 1926), más allá del yo (moi), misma que suele ser utilizada en la carta poética como tal. El envío de cartas siempre estuvo diferido, considerando los tiempos de traslado entre los diferentes países (Francia, Suiza, Rusia, Alemania), mismos que incrementan el carácter de urgencia e incandescencia de dicha correspondencia.
El anudamiento del ser a tres que los tres poetas realizaron es, ciertamente, diferente de aquel producido por Rousseau con la publicación de su libro, así como de la del Tiempo lógico. Por esto, nos ha parecido necesario regresar al texto fuente en donde nace aquella fórmula, a saber, el Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein.
La densidad de dicho texto nos atrapa por sí misma y por el papel crucial que es necesario reconocer en la obra de Lacan.
Recordemos que la novela de Marguerite Duras fue publicada en 1964, y es el 23 de enero de 1965 que Lacan, en su seminario Problemas cruciales para el psicoanálisis, habla de ella por primera vez en público, cediendo la palabra a Michèle Montrelay. En diciembre de 1965, aparecería su Homenaje en los Cuadernos Renaud-Barrault. Entretanto, ha sostenido una larga charla con Marguerite Duras para hablar con ella acerca de su libro. De ello tenemos prueba gracias a una entrevista realizada para los Cuadernos de cine:
«Duras: …es todo lo que dijo Lacan sobre la palabra “Stein”.
Rivette: Con su sentido en alemán, equivalente a “piedra”…
Duras: Sí. “Lol V. Stein: alas de papel… V. tijeras, Stein, la piedra” – Lacan me citó un día, a medianoche, en un bar. Él me dio miedo. En un sótano. Para hablarme de “Lol V. Stein”. Él me dijo que se trataba de un delirio clínicamente perfecto. Me comenzó a cuestionar. Durante dos horas. Salí de ahí un poco tambaleante [xxvi] ».
No debe pasarse por alto que uno de los intereses de Lacan en este texto residía en el hecho de que se trataba de un caso de locura, aún más, de locura femenina. Fue otra Marguerite (Marguerite Anzieu), llamada Aimée, de quien hizo caso en su tesis de medicina [xxvii] , la que lo condujo al psicoanálisis. Éste, fue sucedido por un nuevo estudio sobre un caso de locura femenina, la folie à deux (locura a dos) de las hermanas Papin [xxviii] . Aunado a ello, en todos estos casos, la cuestión de la locura se entrelaza con la del amor. El caso de Lol se inscribe en una serie que está ligada a la importancia del interés por el amor y la locura femenina, propios del compromiso de Lacan con el psicoanálisis, con la novedad de que, en lo que concierne a Lol, Lacan es ya psicoanalista.
La expresión «ser a tres» mediante la que se aborda al personaje de Lol, nos remite a la instalación de los varios ternarios por los que aquélla es determinada y que nosotros enumeraremos. Su dinámica apela al objeto topológico llamado plano proyectivo (o cross-cap), mismo que Lacan identifica con la mirada, particularmente presente en la novela de Marguerite Duras. Para Lacan, no se trata, sin embargo, de hacer entrar la pluralidad de las miradas en un juego intersubjetivo, sino de hacer de la mirada el ser del sujeto de Lol, el ser tres de la realización de su fantasma, cuyo propio nudo se hace y se deshace. Para comprender la dinámica de la evolución de Lol en relación con su fantasma, tendremos que dar un rodeo por Las Meninas de Velázquez. La transformación del esquema geométrico (llamada geometría proyectiva) de la perspectiva en un plano proyectivo y su reverso, nos mostrará cómo la elisión de la mirada en la pintura de Velázquez podría haberle faltado a Lol. Al vincular la dinámica del fantasma con la del plano proyectivo, Lacan mata a dos pájaros de un solo tiro: permite explicitar la función de la topología articulando su espacio a una dinámica temporal y, además, efectúa una lectura de las transformaciones de Lol a lo largo de la novela.
Después de todo, el Homenaje no se reduce al estudio de caso de Lol. Éste implica la propia inclusión de Lacan en el texto, a manera de un ternario suplementario que lo coloca en relación con el texto que él mismo comenta, El arrebato de Lol V. Stein, y su autora, Marguerite Duras [xxix] . Él hace un retorno sobre su propia lectura. En este re-torno (doble bucle topológico), Lacan inscribe un punto de fuga representado por Marguerite, Margarita de Navarra, autora de El heptamerón, «en la que él mantuvo la mano apretada sobre lo invisible» durante su seminario La ética del psicoanálisis, punto de fuga que le permitió introducir la problemática de la sublimación elevando a un objeto a la dignidad de la Cosa. Volveremos, pues, sobre la nueva forma que Lacan tiene para abordar la sublimación, en particular, en su referencia al amor cortés, la Dama ocupando el lugar de la Cosa, relación a partir de la cual él sitúa el amor en Lol V. Stein. En su desplazamiento sobre el terreno de la sublimación, Lacan hizo más que discurrir sobre la sublimación, haciendo él mismo un acto de sublimación. Esto es particularmente evidente cuando cita la Novela X de El heptamerón, que hace de espejo a Lol V. Stein; ella cumple una función de anamorfosis, aquella transformación que la perspectiva puede engendrar.
A partir de entonces, la pregunta surgirá en torno de aquello que para Lacan hace función de objeto en la sublimación que él hace operar con su Homenaje. Guiados por la mención del texto de Lol V. Stein en el ternario mismo en que se incluye junto a Marguerite Duras, concluiremos que este objeto es la letra como tal al interior del circuito turbulento de la pulsión invocante. Éste será para nosotros el pasaje del ser a tres del fantasma, tal y como lo realiza Lol, a la letra a tres, depositaria del significante que, devuelta a una fuente pulsional, hace borde del agujero de la pulsión cuyo destino es la sublimación, ciñendo el vacío de la Cosa.
* El presente texto corresponde a la “Introducción” de E. Porge, Le ravissement de Lacan: Marguerite Duras à la lettre, Toulouse, érès, 2015.
** Traducción de Javier Jiménez León y Elizabeth Núñez González, autorizada por el autor sin revisión del mismo. Originalmente publicada en www.apalabra.com.mx
[i] J. Lacan, «Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein» (1965), en Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, pp. 209-216. En adelante, el Homenaje.
[ii] «Que no entre aquí quien no tenga el espíritu de la geometría» al parecer se hallaba inscrito en el frontispicio de la Academia.
[iii] F. Jullien, L’écart et l’entre, Paris, Galilée, 2012, p. 51. [No hay traducción castellana].
[iv] A. Berque, La mésologie. Pourquoi et pour quoi faire?, Paris, Presses universitaires de Paris Ouest, 2014 [No hay traducción castellana], sobre el origen de la palabra (articulada por un pupilo de Auguste Comte) y la aplicación del término al estudio del medio ambiente. Él señala que la mesología se opone al dualismo e implica una relación ternaria.
[v]
J. Lacan, R.S.I., 13 de enero de 1975. [Remitimos al lector a la versión crítica del seminario establecida por Ricardo Rodríguez Ponte, Buenos Aires, EFBA, 2002, p. 9] N. de los T.: Monique Chollet fecha incorrectamente la presente sesión, misma que tuvo lugar el 14 de enero de 1975.
[vi] J. Lacan, «El atolondradicho», en Otros Escritos, Op. cit., 2012, p. 494.
[vii] J. Lacan, R.S.I., Op. cit., 2002, p. 7.
[viii] J. Lacan, R.S.I., 18 de marzo de 1975. [Remitimos al lector a la versión crítica del seminario establecida por Ricardo Rodríguez Ponte, Buenos Aires, EFBA, 2002, p. 4].
[ix] La errancia designa aquí el impulso de algo después de haber cesado aquello que lo propulsa. Aplicado a los nudos, el término refiere a sus estiramientos, a su flexibilidad, a su dinámica, todas ellas cosas que pusieron a Lacan a trabajar.
[x] J. Lacan, Los no-incautos yerran, 11 de diciembre de 1973. [Remitimos al lector a la traducción de Irene Agoff, inédita].
[xi] Encontramos este término con anterioridad, por ejemplo, en Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 346. Lacan habla de «la errancia del deseo, su excentricidad respecto de la satisfacción».
[xii] J. Lacan, Los no-incautos yerran, 13 de noviembre de 1973. [Remitimos al lector a la traducción de Irene Agoff, inédita].
[xiii] S. Freud, La interpretación de los sueños, en Obras Completas, t. V, Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 608. Lacan retraduce la frase por Los no-incautos yerran.
[xiv] J. Lacan, Los no-incautos yerran, 11 de diciembre de 1973 y 8 de enero de 1974. [Remitimos al lector a la traducción de Irene Agoff, inédita].
[xv] J. Lacan, R.S.I., 17 de diciembre de 1974. [Remitimos al lector a la versión crítica del seminario establecida por Ricardo Rodríguez Ponte, Buenos Aires, EFBA, 2002, p. 5].
[xvi] Ibid., 18 de febrero de 1975.
[xvii] J. Lacan, Los no-incautos yerran, 20 de noviembre de 1973. [Remitimos al lector a la traducción de Irene Agoff, inédita].
[xviii] Podemos citar a Henri Michaux, en Poteaux d’angle, Paris, Fata Morgana, 1978 [No hay traducción castellana]: «Conduce hasta el hastío de tus errores, por lo menos de algunos, a fin de ser capaz de bien observar su modelo. De lo contrario, deteniéndote a medio camino, repetirás ciegamente el mismo género de errores, de un extremo al otro de tu propia vida, cosa que algunos llamarán tu “destino”. El enemigo, que es su estructura, lo obligará a ser descubierto; si tú no pudieras torcer tu destino, no habrás sido más que un departamento alquilado».
[xix] J. Lacan, R.S.I., 18 de marzo de 1975. [Remitimos al lector a la versión crítica del seminario establecida por Ricardo Rodríguez Ponte, Buenos Aires, EFBA, 2002, p. 2].
[xx] F. Ponge, Pratiques d’écriture, Paris, Gallimard, coll. «La Pléiade», t. II, p. 1016 [No hay traducción al castellano].
[xxi] J. Lacan, R.S.I., 17 de diciembre de 1974. [Remitimos al lector a la versión crítica del seminario establecida por Ricardo Rodríguez Ponte, Buenos Aires, EFBA, 2002, p. 4]. Cf. A este respecto, nuestro artículo: «L’erre de la métaphore», Essaim, nº 21, Toulouse, érès, otoño de 2008.
[xxii] E. Porge, Se compter trois. Le temps logique de Lacan, Toulouse, érès, 1989 [No existe traducción al castellano].
[xxiii] E. Porge, «Jean-Jacques Rousseau: rêver l’oubli. La démémoration», Revue du Littoral, nº 38, Paris, EPEL, noviembre de 1993 [No existe traducción al castellano].
[xxiv] R.M. Rilke, B. Pasternak y M. Tsvetaïeva, Cartas del verano de 1926, Barcelona, Minúscula, 2012.
[xxv] Carta de Marina Tsvetaïeva, ibid.
[xxvi] M. Duras, «La destruction de la parole», (Entrevista), Cahiers du cinéma, nº 217, Paris, noviembre de 1969, p. 56.
[xxvii] J. Lacan, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad (1932), México, Siglo XXI, 1976.
[xxviii] J. Lacan, «Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin» (1933, publicado en la revista Minotaure nº 3), en De la psicosis paranoica…, op. cit. Cf. también: F. Dupré (seudónimo), La «solution» du passage à l’acte. Le double crime des sœurs Papin, Toulouse, érès, 1984 [No existe traducción al castellano].
[xxix] C. Millot, La logique et l’amour et autres textes, Nantes, éditions Cécile Defaut, 2015, habla con justa razón (p. 115) de «puntos de enunciación» de Lacan en su Homenaje [No existe traducción al castellano].