¿Cuál es el significado de la vida? ¡¿En serio?! Si seriamente te estás preguntado eso, ¡atención! (dos puntos): ”La única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola” (Borges dixit). Groucho también nos muestra una señal del sentido: “La realidad no me entusiasma, pero sigue siendo el único lugar donde conseguir una comida decente.” Si todavía continúas con esa pregunta: ”Todo es tan importante como todo lo demás.”. Y si Lennon no alcanza para satisfacer tu saciedad de sentido, aquí va Houdini: ”Para los que creen, ninguna explicación es necesaria; para los que no, ninguna es suficiente.”
”La conciencia de la inconsciencia de la vida es el más antiguo impuesto que recae sobre la inteligencia.” (Pessoa).
Pessoa en su tabaquería:
¿Genio? En este momento
cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo
y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno,
y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto?
No, en mí no creo.
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-sí, de veras altas y nobles y lúcidas-
quizá realizables,
no verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?
(…)
El mundo es para los que nacieron para conquistarlo
no para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón.
He soñado más que todas las hazañas de Napoleón.
He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant.
Pero soy y seré siempre el de la buhardilla,
aunque no viva en ella.
(…)
(Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates,
mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería.
¡Come, sucia muchacha, come!
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes!)
(Álvaro de Campos)
Escrito por Pepe Ivanov