Freud y Lacan están muertos, como muchos otros grandes analistas. Esto se puede refutar, aludiendo que han dejado un legado, que han inventado una nueva forma de figurarse, y que su hacer perdura en nosotros, los analistas. Lo único que es indestructible es el deseo.
Incluso Ellos, los padres del psicoanálisis, ‛re’–inventaron. De la nada, nada surge. No hay tablas rasas, sino un modo singular de hacer constituir con lo ya constituido, y con el azar, por supuesto. El mérito del trabajo de estos hombres es innegable, y por este mismo motivo hay que duelarlos, honrar su muerte. Buda decía que si lo volvían a encontrar en el camino, lo mataran. ¿Para qué ‘volver a…’? Desde el vamos es imposible. Si se vuelve, se recorre desde una posición, un lugar, trazando cada vez un paseo distinto e irrepetible.