Algo de músico, pero que de alguna forma terminó en los callejones oscuros del psicoanálisis, donde ahora dedica parte de su día y trabajo en el espacio clínico.

Formado más por otras experiencias que la teoría, quizá. No obstante, aquella se empezó a trabajar en la Universidad del Claustro De Sor Juana, en la Maestría de Estudios en Psicoanálisis, donde también comenzó su práctica clínica hace poco más de dos años. Es decir, que muy poco de esto sabe, pero donde el deseo de alguna forma marcha, abre camino.

Ese camino fue dándose en sus primeros estudios e intereses como Comunicador Audiovisual, donde el cine fue apuntando al inconsciente, o el inconsciente al cine y de regreso. De esta forma, ese interés adolescente por la cosa freudiana se fue dibujando en las imágenes, y desde ahí el salto hasta la literatura de formación psicoanalítica y a la práctica. En realidad, nada muy planeado, buena señal diríamos.

Esta práctica lo lleva a trabajar actualmente con pacientes con obesidad o los enrevesados trastornos alimenticios, y a la práctica privada, poca pero importante.  Es cuando se vive y se transcurre el tiempo desde la clínica, que vienen las preguntas que uno intuye en el propio análisis: ¿para qué sirve? ¿quién hace la cura? ¿qué es un dispositivo clínico? etc. La pregunta por la metodología en su más poético y original significado, ¿cuál es ese camino que inventó Freud? ¿Cuál es el mío?

Algo de músico, porque la música es un hobby serio, porque “lo opuesto al juego no es la seriedad, sino… la realidad efectiva.”, dice Freud.