“Al mismo tiempo, el analista mismo se supone que tiene que jugar. Con lo cual, a permitir que esa persona pase del no jugar al jugar, se suma cómo él mismo puede hacerlo. También se supone que el analista por un lado jugaría como un jugador, permitiría ese juego, y, por el otro lado, lo haría de una manera distinta, no del todo simétrica. No se trata de que juegue para ganar, ni se trata de que juegue para obtener su propio beneficio o su placer. Se supone que él está a disposición para que el que no pueda jugar, pueda hacerlo.”
Eduardo Smalinsky responde:
(Se le preguntó: ¿Hay uno o más psicoanálisis?)
Transcripción del video:
No es tan sencillo definirlo porque puede ser muchas cosas. Puede ser, en principio, un modo de pensar; puede pensarse con el psicoanálisis.
Es interesante porque uno diría que es más probable que haya muchos psicoanálisis, a uno lo suficientemente amplio. Podría haber muchas diferencias entre los diferentes psicoanálisis pero todos mantienen la idea del inconsciente, de que hay como otra escena.
Me parece que a partir de ese modo de pensar uno puede, con esa teoría como herramienta, pensar muchos fenómenos: desde lo que podría ser el encuentro con una persona, con alguien que sufre, el encuentro con un chico, podría pensar cuestiones de orden institucional, cuestiones clínicas, hasta problemas sociales.
Me parece que es eso, es un instrumento teórico que va recreándose, que tiene muchas perspectivas distintas, pero sobre todo que nos permite pensar gran parte de la realidad.
Una persona puede ser psicólogo, puede ser médico, es eso lo que en general lo que los títulos universitarios prescriben o habilitan. Pero después está la idea.
Fernando Ulloa, que es un analista argentino muy interesante que ya falleció, planteaba de un modo bastante amplio algo que también se puede leer en Freud, en Lacan, o muchos otros; decía que se podía ”estar” analista, no tanto ser. Una manera de resolver ese problema, sobre ”el ser del analista”, que es tan discutible.
Entonces me parece que uno a veces puede ”estar analista” y, en ese sentido, le puede permitir a una persona o grupo o institución experimentar un problema de otra manera, o pensarlo de otra manera, o enfrentarse a eso de otra manera.
A mí me parece que el analista puede funcionar como un mediador, no siempre haciendo una lectura interpretativa de otra escena, que es una posibilidad, pero no siempre el interpretar es lo que permite el pasaje. Hay veces que es posible que sí, y otras que no.
A lo mejor escuchar de una determinada manera… Cosa que es rara, porque cuando uno piensa que escucha parece que fuera una tarea más bien pasiva que activa porque es algo que uno hace con los oídos y normalmente no se ve cómo está escuchando. Y mucho más raro que uno escuche de muchas maneras. Pero es un modo de escuchar o de atender.
Hay un libro que salió hace poco, que está muy bueno, de un francés que se llama François Jullien, que se llama Cinco conceptos propuestos al psicoanálisis; en el que toma cinco conceptos del zen, del hinduismo, del pensamiento oriental, y los aplica a la teoría psicoanalítica, casi como reemplazando con ellos conceptos propios del psicoanálisis.
Entonces, por ejemplo, reemplaza la atención flotante del lado del analista y la asociación libre, por algo que en el zen está pensado como la disponibilidad, como el estar disponible. Es raro porque de hecho en el pensamiento oriental no hay escisión entre objeto y sujeto, entre cuerpo y mente… Entonces la disponibilidad no tiene nada que ver con la idea de escuchar, con el sentido de escuchar una escansión, o de escuchar un lapsus; es otro modo de estar disponible.
Por ejemplo, Donald Winnicott pensaba que el espacio de análisis es un espacio de juego y que se trata de una superposición de zonas de juego. Pero lo que no es tan obvio es cómo es el pasaje de quien no juega a quien juega.
En general, alguien que sufre es alguien que no puede jugar. Entonces, el problema es cómo se generan las condiciones y cómo el analista facilita el pasaje para que alguien (puede también ser una institución o grupo) que sufre y no puede jugar, empiece a hacerlo.
Al mismo tiempo, el analista mismo se supone que tiene que jugar. Con lo cual, a permitir que esa persona pase del no jugar al jugar, se suma cómo él mismo puede hacerlo. También se supone que el analista por un lado jugaría como un jugador, permitiría ese juego, y, por el otro lado, lo haría de una manera distinta, no del todo simétrica. No se trata de que juegue para ganar, ni se trata de que juegue para obtener su propio beneficio o su placer. Se supone que él está a disposición para que el que no pueda jugar, pueda hacerlo.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.
Eduardo Smalinsky
Psicoanalista
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista