“Decía Marx: basta de contemplar, hay que transformar. Transformar la sociedad y crear una sociedad nueva que inicie un proceso que nunca se dio hasta ahora: una sociedad de iguales donde no prime el dinero en la relación entre la gente.”
Tomás Abraham responde:
Transcripción del video:
El deseo de revolución pertenece a un fenómeno moderno. Del siglo XX, de mi generación, y anterior a mi generación también.
Fue un fenómeno político y filosófico. En un momento dado, surgió esta idea, ya en el siglo XIX con la Revolución Industrial, la transformación del mundo, la técnica y la tecnología. Surgen las disciplinas, la idea de la ciencia, el positivismo, la Psicología, la Psiquiatría, todo lo que se te ocurra. Y de que se puede crear un hombre nuevo y una sociedad nueva. Y esto no en términos utópicos, en términos científicos.
Desde Sartre y Camus a Foucault y André Glucksmann.
Desde David Viñas y León Rozitchner a Juan Carlos Portantiero y Oscar del Barco.
Entonces aparece el marxismo. El marxismo se dice Ciencia de la Historia. Ciencia. Materialismo Histórico o Ciencia de la Historia. Hay una ciencia por la cual vos interpretás el devenir humano, y además te sienta las bases teóricas para transformar la sociedad.
Decía Marx: basta de contemplar, hay que transformar. Transformar la sociedad y crear una sociedad nueva que inicie un proceso que nunca se dio hasta ahora: una sociedad de iguales donde no prime el dinero en la relación entre la gente.
En donde la humanidad se autogobierne sin oprimidos y sin opresores. En donde ni la moral sea necesaria porque ya la convivencia espontánea va a ser de fraternidad. Y que esto tiene un basamento científico, no es una moralina.
Y esto, que es una filosofía, fue tomada por grupos de anarquistas, de disidentes, de resistentes, en la Unión Soviética, en Alemania, en Europa, en distintos lugares, a principios del siglo XX. Encontraron una filosofía para un cambio revolucionario. Revolución en el sentido de una mundo nuevo. Radicalmente nuevo. Hasta el hombre nuevo del Che Guevara, etcétera.
Fue una idea de nuestro siglo. Es decir, esto no es de antes. No es del Imperio Romano, no es medieval, no es nada. Es de nuestro siglo. Y medio planeta vivió sobre la base de esta filosofía. Y se llamó comunismo. El comunismo. Medio planeta. Con un centro muy poderoso en la Unión Soviética y una expansión por la mitad de Europa.
Y otro medio planeta con movimientos políticos tratando de llegar a ese estadio. Es decir, el siglo XX es un siglo donde el deseo de revolución fue planetario. Con esta idea.
Entonces yo estaba pensando, estudiando y un montón de cosas. Mi formación es francesa, yo estudié allá. Mis profesores son franceses, mis lecturas son francesas, mi educación filosófica es francesa.
Encontré que una de las características modernas, contemporáneas de la filosofía francesa era el deseo de revolución, y que lo encontraba en todos. En todos, muchos, en todos. Década tras década.
Tomo las décadas que se van acercando a mi tiempo biológico, a nuestros tiempos. Empieza en un momento dado, le doy a Sartre un especial lugar, después a toda una camada, después a los foucaults, a los derridás, a los lacanianos, etcétera.
Es decir, toda una entidad de la cultura francesa que no fue únicamente francesa. No quedó entre el Mediterráneo y los Alpes sino que se difundió. Y se difundió también en la Argentina.
Argentina fue muy receptiva a esos envíos. Sabemos lo de Lacan, lo de Sartre fue importantísimo en la década del sesenta, tan importante como el lacanismo en la del ochenta, sabemos lo de Althusser, sabemos todos los visitantes que tenemos.
Y encontré que una de las características es que es una filosofía muy política la francesa. Desde la época de Rousseau y de Víctor Hugo, siempre fue muy política y muy radical, muy jacobina, como se dice. Este deseo de revolución insistía en esa filosofía y en los efectos de esa filosofía en otras culturas como en la nuestra.
Lo que me preguntaba al final –al final no, porque no hay final– es: este deseo se basaba en una verdad, ¿qué pasa cuando no hay verdad?
Entrevista realizada por Iara Bianchi.
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Tomás Abraham
Filósofo
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista