”¿Qué pasa con este deseo? ¿Es un deseo de revolución o es un deseo de cualquier cosa? Si no hay referentes filosóficos, si no hay referentes de nada.”
Tomás Abraham responde:
Transcripción del video:
¿Qué pasa cuando no hay verdad? ¿Qué pasa con el deseo cuando no hay una verdad? Y… no sé. Cuando no hay una ciencia, cuando no hay una patria, cuando no hay una filosofía, cuando no tenés referentes… ¿Qué pasa con ese deseo? ¿Cambió el deseo? ¿O sigue el deseo? Si sigue el deseo, si insiste el deseo de revolución, ¿cómo hace?
¿Qué relación hay entre el deseo y la decepción? Esa es una cosa que me interesó en todo el libro. La historia de las decepciones. No de las ilusiones, las decepciones es el gran tema. Las decepciones ¿Qué pasa con las decepciones? No es la respuesta “Ah, las decepciones te enseñan…” No. ¿Qué pasa con las decepciones? Cuando se te cae… ¿Qué pasa con ese deseo cuando se te cae?
¿Qué pasa con la decepción?
Se descubrieron campos de concentración de la Unión Soviética; se descubrió que la revolución cultural china mató a decenas y decenas de millones de tipos; se descubrió que en Camboya hubo un genocidio; se descubrió que los polacos, los búlgaros, los checos, etcétera, vivían bajo un régimen policial que no les permitía ni hablar, que eran señalizados, buchoneados y torturados. Se descubrieron tantas cosas. Se descubrió que en Cuba los disidentes van para adentro, que los homosexuales son disidentes también. Todo ese tipo de cosas. Muchas cosas.
¿Qué pasa con el deseo de revolución que quiere un hombre nuevo? Entonces, es una interrogación: ¿qué pasa con la decepción? ¿Cómo surge algo nuevo? Yo tomo distintos tipos de decepciones que hubo y cómo va cambiando ese deseo. Porque va adquiriendo nuevas encarnaduras. Hay muchos referentes históricos de los que yo tomo la relación entre producción filosófica y momento histórico.
En un momento dado, el espíritu revolucionario se queda sin bandera porque el que le otorgó la descolonización a los países coloniales de Francia fue el general conservador y reaccionario De Gaulle, y no la izquierda. Se quedó sin bandera… El de derecha le dio la libertad a los pueblos oprimidos de Francia. Se quedaron sin bandera. Se quedaron sin revolución. Se quedaron sin ideología revolucionaria.
Agarraron por la revolución teórica. Empezó todo el tema del signo, empezó todo el tema de la teoría, empezó todo el tema del matema, empezaron todos estos temas que eran la “revolución de la teoría”. La Epistemología, el corte epistemológico. Siempre era una revolución. Pero esta vez desde el saber.
Fue una época en la filosofía francesa de una eclosión tremenda donde aparecieron los escritos de Lacan, donde apareció Derrida, donde apareció Foucault, Roland Barthes, etcétera. En seis o siete años era una multitud de un espíritu revolucionario dedicado a la subversión del sujeto o a la revolución teórica de Althusser.
Entonces, ese deseo encontró un nicho y después, decepción. Se cayó todo. Se cayó la institución de esta especie de sabios teóricos que daban clases en sus seminarios y demás… con el Mayo Francés.
El Mayo Francés los manda pitando a todos ellos. Se burlan de Lacan, se burlan de Althusser, se burlan de todos. Los estudiantes de veinte, veintiún años, le ponen un bonete de sabelotodo a todos estos ex sabios, les ponen un pompón en la nariz, y dicen: “La imaginación al poder”, y todo ese tipo de cosas. Y allí el deseo de revolución teórico se esteriliza. Chau. A nadie le interesan estos mandarines del concepto.
Y viene una anarquía, un petardismo, en donde se montan unos que son muy rápidos, como Foucault, como Deleuze y empiezan a decir: “Bueno, acá tenemos una nueva veta para el espíritu del deseo revolucionario”. Una nueva veta. Y escribieron sobre el poder, esquizoanálisis, escriben del antiedipo, escribe Foucault, etcétera.
Pero llega un momento en el que hubo demasiadas decepciones. Entonces, yo me pregunto… El libro terminó… Se publicó. Pero yo no sé cómo sigue la historia. ¿Hay otro deseo? Este deseo ha sido muy fuerte.
Eso fue muy fuerte en la Argentina en los últimos quince años. Quince años, ahora. Es decir, se llamó kirchnerismo, se llamó chavismo, se llamó posliberalismo, se llamó de muchas maneras. Hubo la juventud maravillosa del setenta. Hubo algo así. Es decir, está eso.
Cuando uno elige un tema es porque se pregunta algo sobre actualidad. La actualidad me llevó a mí a ver, interrogarme, interpelar. Digo, ¿qué pasa con este deseo? ¿Es un deseo de revolución o es un deseo de cualquier cosa? Si no hay referentes filosóficos, si no hay referentes de nada. Buscamos un poco de Laclau, lo mezclamos con tuco, le ponemos un poco de pistacho. Hacemos un poco de Chávez… ¿En qué termina eso? ¿O hay otra cosa? Están los indignados en España, están estos de la Primavera Árabe. Hay. Pero es un deseo que no tiene la verdad. Entonces, es otra cosa ya. Todo el mundo dice que esto está mal, pero no hay un bien. Se perdió el bien.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.
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Tomás Abraham
Filósofo
Iara Bianchi
Directora Editorial. Psicoanalista