”Tenemos tanta problemática cada vez más temprana respecto a los jóvenes, en cuanto a las adicciones, los trastornos de la alimentación…” ”Esto no quiere decir que no hayan existido siempre, pero cada vez se ve más en jóvenes…” ”… utlizan sustitutos, gadgets que la cultura les tira como si fueran prótesis para afrontar los miedos.” ”Cualesquiera sean los objetos que la sociedad nos da a consumir pueden ser objetos de adicción.”
Liliana Vázquez responde:
En el Hospital Piñero yo trabajo, yo coordino, el área de las patologías del consumo. Es decir, para nosotros, tanto los trastornos alimentarios como las adicciones, entran dentro de esos objetos que… Por eso yo hablaba al principio de la conversación qué sostenemos de la subjetividad de la época: vivimos en una época donde el consumo nos atraviesa a nivel de la subjetividad, entonces, cualquiera sean los objetos que esa sociedad nos da a consumir pueden ser objetos de adicción y nosotros pensarlos desde cierta óptica de terapéuticas de abordajes similares. De ahí lo de patologías del consumo.
Yo siempre cuento a mis alumnos que la Constitución Argentina se modificó en el año 1994 y nosotros dejamos de ser, digamos, sujetos en cuestión de ser sujetos responsables respecto de nuestras leyes nacionales, para ser considerados consumidores. Es decir, nuestros derechos y deberes de acuerdo a la Constitución del año 1994 están en función a los objetos que consumimos. Con lo cual, desde nuestra carta magna a la realidad subjetiva de la época en realidad somos en cuanto a lo que consumimos. Y eso determina cuestiones a nivel de la subjetividad que realmente son complejas, y a nivel de las patologías obviamente también.
Cuando hablamos de consumir nada estamos en el plano de las anorexias. Es decir, la anorexia es una de las patologías de la época más frecuentes. Ya Freud hablaba de la anorexia nerviosa, a lo largo de las épocas hemos tenido históricamente las famosas anorexias, ya la famosa Sissí del Imperio Austrohúngaro se consideraba una de las primeras anorexias —no solo con su cuestión restrictiva a nivel alimentario sino con la excesiva gimnasia que hacía a través de su pasión por los caballos y la equitación—. Es decir, las anorexias son las que comen nada, la nada como objeto, aquello que oponen como restricción absoluta a la invasión del otro.
Tenemos diferentes tipos de anorexia. Tenemos las anorexias restrictivas, que son aquellas que directamente no consumen, restringen cada vez su alimentación a niveles prácticamente de casi la nada; tenemos aquellas que tienen síntomas de vómitos o que utilizan laxantes frente a la incorporación; también tenemos las anorexias combinadas, las llamadas bulimarexias.
La bulimia es un fenómeno descrito bastante recientemente. En el DSM IV aparece el concepto de bulimia tardíamente. En Estados Unidos comienza a hablarse de bulimia a partir de la muerte de Karen Carpenter, la famosa hermana del dúo Carpenter, que en el cénit de su fama, en el momento en que era una figura mundial, cae en el escenario muerta por un paro cardíaco; y a partir de eso se empieza a averiguar cuáles eran las causas de su muerte y era que ella consumía muchísimos laxantes para mantenerse delgada y tenía atracones consecutivos a los vómitos que hicieron que se produjese una baja importante de sodio que produjo su paro cardíaco. La bulimia etimológicamente quiere decir “hambre de buey”. Comen, se dan atracones inmensos con determinadas comidas y no otras que taponan su síntoma.
Hoy la sociedad necesita como imagen o, digamos, da cuenta de imágenes que deben ser delgadas, son las que venden, tanto en hombres como en mujeres. Hay que ser joven, delgado y vigoroso. Y eso es lo que da imagen social, identidad, trabajo. Imagínese usted en un mundo con una prevalencia de imagen por sobre todas las cosas, la importancia de la misma. Nosotros estamos conectados a través de una realidad de imagen que habla de lo que es la realidad de nuestra época. Entonces: “Esto es lo aceptado socialmente. Si yo soy joven, delgado y bello, no importa si soy inteligente o no, o si tengo otras características”.
En una época, el saber, que tenía que ver con cierto paso de la edad y demás, era valorizado. Hoy están tergiversadas las cuestiones del saber porque en nuestra realidad cultural, en función de la tecnología y demás, los que saben cada vez son los más jóvenes y los niños. Al punto tal de que hoy los niños manejan todos los objetos, los gadget de la cultura, los objetos tecnológicos, y entonces los padres les suponen un saber —que evidentemente lo tienen respecto de los objetos, pero no respecto de la totalidad de la vida—, y entonces se tergiversan conceptos y se complejizan las cuestiones de autoridad; y tenemos tanta problemática, cada vez más temprana, respecto de los jóvenes en cuanto a la temática de las adicciones, de los trastornos alimentarios y demás.
Esto no hay que decir que no hayan existido siempre, pero digo, tenemos mucho mayor en la población de los jóvenes, porque hay que dar una respuesta inmediata, una respuesta rápida. El adolescente necesita salir al mundo cada vez con más cuestiones de imagen, de poder, de saber y demás, que no están preparados. Pero no están preparados no porque no puedan, no sepan, sino porque cronológicamente y psíquicamente no pueden abordar. Entonces, utilizan sustitutivos, gadgets que la cultura les tira, como si fuesen pequeñas prótesis para poder enfrentar los miedos que la propiedad y las respuestas suturantes que la sociedad les acerca y que su propia edad no puede construir porque les falta tiempo.
De ahí, las patologías del consumo y de ahí nuestra particular manera de abordarla desde los distintos dispositivos. Y por eso el servicio de salud mental los aborda desde la conceptualización patologías del consumo.
Entrevista realizada por Iara Bianchi.